En una declaración que hiela la sangre pero que a la vez sirve a los fines de prevención, una joven misionera que resultó víctima de una red de trata con fines de explotación sexual contó detalles de ese calvario a la Justicia Federal de Córdoba, en el marco de una investigación que finalmente concluyó ayer con sentencia condenatoria para la “tratante”.Ruth Elizabeth Farsi (56) confesó la autoría del delito de “trata de personas mayores de edad con fines de explotación sexual, con aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad, bajo amenazas y violencia”, razón por la que firmó un juicio abreviado y aceptó una pena de tres años de prisión.No obstante, la historia no pasa solo por ella, sino también por la misionera a la que esclavizó entre octubre de 2011 y diciembre de 2012 en Huinca Renancó, un pueblo cordobés de 12 mil habitantes emplazado a escasos kilómetros de la frontera con La Pampa.La joven, que tenía 19 al momento de los hechos, afortunadamente logró escapar de esa pesadilla gracias al apoyo que contó por parte de las organizaciones estatales pertinentes. Sin embargo, su relato, que se conoce recién ahora, refleja el dramatismo y la coacción a la que son sometidas las víctimas de ese tipo de redes delictivas.Engaños y traiciónSegún pudo saber PRIMERA EDICIÓN, la víctima es oriunda de San Pedro, donde fue captada por un desconocido identificado como José, quien se presentó en un hotel del pueblo en busca de una chica “cama adentro” para el cuidado de un menor de edad en Córdoba.Aquello sucedió en octubre de 2011 y la joven se presentó sin imaginar lo que había detrás. Al decir de su testimonio, aceptó aquel presunto trabajo pero, al llegar a Huinca Renancó -a 410 kilómetros de Córdoba- descubrió que el trasfondo era totalmente diferente.El lugar del encierro fue la habitación de un pub del kilómetro 535 de la ruta nacional 35. Allí la joven permaneció encerrada y custodiada por dos mujeres de República Dominicana. Increíble pero real: en el año en el que estuvo allí solo salió una vez a la calle, acompañada por la condenada, para cortarse el pelo en un salón de la zona.En ese lugar, la mujer vivió los peores días de su vida. “En esa habitación la hacía tener relaciones sexuales con distintos clientes (…) entre los cuales había dos que siempre estaban con la cara tapada con una máscara y eran los que la cortaban con una Gillette, quienes concurrían asiduamente al local”, reza el expediente en base a la declaración de la misionera.La joven de San Pedro contó además que “también era obligada a limpiar el lugar todos los días por la tarde” y que, cuando llegó a Huinca Renancó, Farsi “le habría quemado su constancia de gestión de documento y su partida de nacimiento, dándole otro documento que estaba a nombre de una tal Andrea”.La víctima relató ante la Justicia cómo fue obligada a ingerir cocaína bajo amenazas. El primer día, como se negó a drogarse, la condenada “le aclaró que debía hacer lo que ella indicara y le mostró fotos de su hija (…) Continúo relatando que cuando llegó a Huinca Renancó, Ruth sabía todo de ella, incluso tenía una foto que ella se había sacado con sus padres y con su hija en San Pedro”, reveló la joven sobre la coacción ejercida.La misionera subrayó que Ruth (Farsi) no la dejaba hablar con nadie” y, sobre la coacción para que consumiera cocaína, recordó que “a veces pasaban dos o tres días que no comía porque ‘estaba pasada de droga’ y eso le quitaba el hambre”.Con respecto a la explotación sexual a la que era sometida, la víctima relató a las autoridades judiciales que “solía atender siete u ocho hombres por día”, aunque recordó que “en una oportunidad prestó servicios a quince personas en una noche”.Una grave denunciaTras aquella primera declaración, la misionera volvió ante la Justicia y terminó de contar la verdadera historia. Primeramente aseguró que tenía miedo por lo que pudiera sucederle a ella o a su hija, en San Pedro. Luego, rompió el silencio:“En una declaración testimonial, con posterioridad, dijo que en realidad la conexión con el hombre que estaba en el hotel, José, se la hizo un tío. Este hermano de su padre hacía cosas que no le gustaban, llevaba a mujeres con necesidades a su casa, las drogaba y después las conectaba con gente que las trasladaba a otros lugares fuera de San Pedro. Aseguró que su tío tenía vinculaciones con la Policía y gozaba de impunidad”, reveló. La investigación al respecto es aún materia pendiente.
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