La escena se repite día tras día en inmediaciones del barrio Cocomarola Oeste, cerca del autódromo capitalino: distintas personas llegan en camionetas, utilitarios y hasta coches para arrojar sus desperdicios y alejarse rápidamente. Al drama ambiental denunciado hace varios años por los vecinos de un barrio de Iprodha lindante al basural, al que no se le puede poner freno pese a todas las medidas tomadas, porque no cesa la práctica; se agiganta otro, el de las 23 familias sin techo que están en “convivencia” con esos desechos para recuperar material, venderlo y “arrimar una moneda a la olla”, dijo a PRIMERA EDICIÓN Alberto, vocero decidido a contar la situación. “Proliferación de mosquitos, ratas y víboras, enfermedades, humedad, son los problemas con los cuales convivimos. Hace poquito se limpió integralmente el lugar pero al otro día ya había gente tirando sus desperdicios, incluso de una farmacéutica que arrojaba su basura industrial”, describió. El paisaje duele. Casitas de costero y lona, encimadas una al lado de la otra se enmarcan en una postal aún más desoladora: basura, la usina eléctrica de Emsa y un mar de cables de alta tensión que se enmarañan por encima del tanque de agua potable que abastece al lugar. Sobre el basural, Teresa, una beneficiaria de las viviendas de las tantas a lo largo de las chacras 188, 198 y 194, contó que “es una pelea constante porque hasta animales muertos arrojan allí, muchos de esos desechos son de frigoríficos y carnicerías que arrojan huesos y restos de animales. En verano no se puede estar por los malos olores, las moscas y las pestes”. Describió la mujer: “Para colmo, a veces es peor el remedio que la enfermedad porque, hartos de la podredumbre que tienen enfrente, algunos prenden fuego a la basura y se arma un desastre ambiental peor del que ya hay, porque la humareda negra que levanta y nos contamina a todos”.Fabiana, una de las mujeres del asentamiento relató que “nos quedamos acá porque otro lugar no tenemos, firmamos un acuerdo para que el Iprodha nos venda terrenos con servicios, estamos esperando la solución que nos prometieron. Por supuesto que queremos vivir dignamente”. Hace un año, ella y el resto de sus vecinos, se quedaron a vivir allí tras un acuerdo con los propietarios del lugar, los organismos de Derechos Humanos, Desarrollo Social y partidos políticos. En ese sentido, el diputado Martín Sereno aseguró que los plazos del acuerdo ya vencieron y se volvió a firmar en varias oportunidades: “No sé qué está faltando, pero los lotes que van a entregar a esas familias, tengo entendido que ya están”, manifestó. Punto limpio que fracasóA su turno, el coordinador de Tierras y Agua de Posadas, Jorge Atencio, consultado al respecto por este Diario, reconoció que el proyecto de instalar un punto limpio en esa zona fracasó porque “las veces que se limpió, que se protegió, hubo gente no identificada que persistió con esa práctica. Es un tema que afecta a toda Posadas porque no se toma conciencia que el cuidado también es responsabilidad de la población”, enfatizó.“Con respecto a la gente que cartonea en el basural, es un reflejo más de la política económica que está llevando el Gobierno nacional, que pone de rodillas a la clase pobre y han vuelto a proliferar éste tipo de actividades relacionadas al reciclaje de la basura para subsistir”, razonó.
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