Pedalear sin rumbo los hace libres pero hacerlo por una causa justa, les llena el alma. Es lo que le ocurre a los integrantes del grupo de ciclismo recreativo “Amigos en bici”, que desde hace unos diez años se ocupan de visitar las aldeas aborígenes y de paso llevar alguna ayuda que reciben como donación. “Nos juntamos para pedalear, que es lo que nos gusta y, además, hacer algo importante que es ayudar en las aldeas que tanto necesitan. Son experiencias hermosas porque pedaleamos y ayudamos. Esa es la razón del grupo”, explicaron Néstor Negro y Rosy Ramírez, y aclararon que la mayoría de los integrantes son de la Zona Centro de Misiones, de localidades como Puerto Rico, Puerto Piray, Eldorado, Puerto Esperanza, Wanda, San Vicente, y uno de la provincia de Chaco que se suma cuando puede. Desde hace un tiempo se manejan a través de las redes sociales para organizar los encuentros. “Durante la última pedaleada nos juntamos en el kilómetro 6 de Eldorado y pedaleamos hasta la aldea que queda a 40 kilómetros del casco céntrico de la Capital del Trabajo. Llevamos cosas, compartimos con los paisanos de la aldea y después regresamos, algunos en bicicleta y otros en auto. No tenemos una cantidad exacta pero solemos ser entre 20 y 25, de acuerdo a las posibilidades”, contaron. Y en la última se sumaron a cinco jóvenes a quienes consideran el semillero.Se encargan de juntar ropas, calzados y abrigos, que es lo que más necesitan, aunque “les sirve todo lo que acercamos. En la última ocasión se reunió algo de leche, harina y se cocieron pancitos dulces con chocolatada ya que coincidió con el 9 de Julio. Pero para ellos es importante la visita. La sonrisa de los chicos es algo impagable. Volvimos muy emocionados. A modo de agradecimiento nos hicieron una canción y salimos llenos de alegría”, dijo Rosy Ramírez, que siempre acompañaba pero que “ahora me estoy animando a pedalear”.Divulgan la propuesta de boca en boca y “vamos a buscar las donaciones de vecinos, amigos, conocidos. Estamos a disposición de la gente que quiera colaborar, que puede comunicarse al (3764) 688827. Todo es bienvenido, hasta los caramelos que nos dan de vuelto en el súper y no queremos. En una aldea ese caramelo es algo grandioso para los chicos. Cualquier golosina sirve. El que quiera donar un alfajor, un chupetín, un juguete que en la casa no se use, lo podemos llevar”, manifestó la pareja.Fijaron fecha para la próxima salida: será el 13 de agosto para ir hasta otra aldea que queda a unos seis kilómetros más adentro que la que visitaron recientemente. “Pedimos colaboración. Tenemos algo de ropa. Queremos llevar juguetes y golosinas teniendo en cuenta el mes del niño. Visitarlos nos llena de fuerzas para otras salidas”, confiaron.Sirve como terapiaEl fútbol era el deporte preferido de Negro hasta que se rompió los ligamentos, y agarró la bicicleta. Un día leyó en el diario que un joven de Eldorado proponía vacaciones pedaleando hasta Iguazú. “Me contacté y me inicié en el grupo”, contó el hombre que trabaja en un organismo del Estado pero que tras un accidente aún no está en condiciones de volver y la bicicleta lo ayuda como terapia para lograr la total movilidad del brazo. Y todo se facilita, porque como hace mantenimiento de pozos perforados, por su trabajo conoce las aldeas, las distintas rutas, los lugares, y tiene contactos en casi todos los municipios en caso que necesiten alguna ayuda extra. En ocasiones, durante la Semana Santa van pedaleando al Cerro Monje, en San Javier, y días atrás peregrinaron hasta Itatí, en Corrientes, para honrar a la virgencita en su día. “La idea es pedalear, pasarla bien y se puede ayudar, mejor”, aseguró Ramírez, que es ama de casa, modista, y en ratos libres se anima a pedalear.Albergue para los viajerosComo saben de las peripecias que debe atravesar el cicloviajero durante la travesía que emprende y “hablan un mismo idioma”, Néstor y Rosy decidieron que podían recibirlos en su casa con el fin de brindarle alojamiento por una o dos noches para que pueda tomar un descanso reparador, orientar acerca del recorrido, y hacer conocer los atractivos de Posadas. “Ellos nos cuentan sus vivencias. Nuestros hijos quedan escuchándolos con la boca abierta y siempre quieren saber un poco más de cada ciclista que llega. Es que cada uno tiene su historia, su cultura, y lo que le toca vivir en el camino. Les hacemos conocer lo lindo de Misiones, les hacemos degustar nuestros platos típicos y que nos cocinen los suyos”, relataron. Como es el caso de un vasco que llegó a la tierra colorada hace dos años y se quedó durante nueve días. Con él entablaron una amistad que aún perdura. Tienen un cuaderno donde cada ciclista que pasa escribe lo que siente, y aún “tenemos contacto con gente que pasó hace tiempo. Eso es algo que nos deja bien, nos reconforta. Entendemos que no es siempre la plata la que da la felicidad. Hace poco vino un suizo que no hablaba castellano, y comunicarnos nos costó horrores. Hasta que los chicos se ingeniaron y comenzaron a usar el traductor del celular”.Por cuestiones de seguridad, muchos cuestionan “la facilidad que tenemos para albergarlos en casa pero creemos que el ciclista no puede ser malo. Hace tantos kilómetros para conocer, disfrutar, hacer una vida sana, no puede ser una mala persona. Tengo la idea cuando pueda quiero recorrer la Argentina en bicicleta, y si hoy ayudo, seguro que mañana me darán una mano a mí. Además, casi todos los del grupo tienen este gesto” con los cicloviajeros.
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