Corriendo tras los pasos impuestos por la cotidianeidad, distraernos de nosotros mismos es casi una constante…Las emociones del pasado nos condicionan, las ansiedades del futuro nos inquietan. ¿A qué distancia estamos entonces de nosotros mismos? ¿Cuál es la relación entre lo que decimos y lo que hacemos?¿Cuáles son las prioridades vitales, aquellas que posponemos cuando vamos detrás de quimeras y apuros que no sabemos exactamente hacia dónde nos conducen?Planificar nuestro día puede ser un buen comienzo. Eso nos ayuda a no desenfocarnos de los objetivos, pero ¿cuál es nuestro criterio a la hora de organizarnos? Al hacerlo, ¿recordamos los grandes objetivos hacia los cuales encaminamos nuestra vida? ¿A qué distancia estamos de nosotros mismos cuando nos distraemos de lo que decimos que nos importa? Claro… cuando las cosas no resultan a nuestro favor nos sentimos víctimas, pero ¿hemos sido lo suficientemente flexibles como para recalcular nuestros caminos? ¿Trabajamos con atención cuidando que nuestros pasos nos acerquen a las metas planteadas? Es más, ¿sabemos a dónde vamos?Nos asombraría saber cuántas personas caminan detrás de sus intenciones sin convertirlas en objetivos. “Quisiera tener”, “Me gustaría poder”, “Qué bueno sería si”… Pero, ¿cuál es el precio que pagamos por esta desconexión? Realmente ¿queremos conseguir aquello que decimos? Identificamos las emociones que nos alejan y acotan.Solo nosotros lo sabemos. En el silencio del corazón, allí donde podemos contarnos todas las historias, es el lugar donde se esconden las excusas que nos mantienen a resguardo. ¿Qué pasaría si rindiera bien la última materia?, si me decidiera a tener un hijo, si me comprometiera con esa relación. Tal vez, el miedo se agazape disfrazado de problemas y tengamos así la excusa perfecta. Y ¿si nos desafiáramos venciendo las barreras de quienes creemos que somos ahora? ¿Qué nos atreveríamos a hacer que cambiara definitivamente nuestra historia? Estamos tan cerca y tan lejos de nosotros mismos. LOS LOGROS SON DIRECTAMENTE PROPORCIONALES A NUESTRA VALENTÍA. Llegar a la meta es una elección que cada hora de cada día elijamos Ser, Hacer y Sentir en la plenitud de nuestras posibilidades. ColaboraMaría Rita NahúmMaster [email protected] 154644187
Discussion about this post