Elba Damus es una anciana de 74 años que está postrada como consecuencia de una artrosis deformante. Vive en la extrema pobreza y pese a tener la obra social del Pami no cuenta con ningún tipo de asistencia médica, social ni alimentaria. Hace exactamente un año que Elba dejó de cobrar su jubilación, más exactamente cuando se mudó desde Posadas hasta la casita donde vive al lado de su hijo, su nuera y sus nietos, en Jardín América. Su caso fue dado a conocer en los medios diciembre pasado y, después de ello, la pobre mujer recibió una silla de ruedas porque, hasta ese momento, ni siquiera contaba con una. Pero, siete meses después, su situación socio-sanitaria continúa siendo de extrema vulnerabilidad. Ningún organismo ni funcionario parece comprometido en ayudar a mejorar la calidad de vida de esta mujer y su familia. Sin cobertura del Pami Elba se pasa el día y la noche acostada en un colchón que no tiene ni sábanas. Vive en una casita de madera muy precaria con ventanas y puertas de lona, y pisos de tierra. En esta vivienda, ubicada al lado de lo que será el nuevo cementerio de Jardín América, en el barrio 181 Viviendas, también conocido como el barrio de los postes de alta tensión, además residen su hijo, su nuera embarazada y sus cuatro nietos. La salud de Elba se deteriora a un ritmo muy rápido y, pese a que cuenta con la obra social de los jubilados (Pami) en los papeles, en la realidad es lo mismo que nada. Es que, según contó a PRIMERA EDICIÓN su hijo Tomás Solís, no tiene cobertura del Pami porque no impactó el cambio de domicilio de Posadas a Jardín, “ella hizo el cambio de domicilio, pero para el Pami sigue viviendo en Posadas. Ella necesita una persona que le brinde atención domiciliaria, porque no quiere irse a vivir en un hogar de ancianos, quiere vivir acá con nosotros y sus nietos”. Elba no solo carece de cobertura de su obra social sino que dejó de cobrar su jubilación desde hace un año. Al respecto, la familia sospecha que otra persona (más precisamente una nuera que vive en Posadas y figura como su apoderada legal) está percibiendo este dinero mes a mes. “Mi mamá no cuenta con pañales ni siquiera con medicación, todo tenemos que comprar nosotros porque el Pami no le brinda nada. Ella necesita con mucha urgencia cuidado domiciliario, ahora está internada en el hospital… cada dos o tres meses vienen a buscarla para controlar su salud”, contó su hijo. Ausencia de todas las instituciones Una de las personas que la visitan preocupados por su situación es la docente Lucía Pérez, quien contó a PRIMERA EDICIÓN el estado de abandono en el que vive esta abuela. “Hasta ahora solo había hablado con la nuera de Elba y ella me contó que si bien tiene jubilación, la abuela no cobra ni un solo peso porque alguien estaría cobrando por ella en Posadas. La verdad es que la única alegría que tiene esta mujer son sus nietos que siempre están jugando cerca de donde ella está acostada. Se nota que ellos hablan con su abuela, ella casi no puede moverse pero está muy lúcida”, contó Lucía. Elba no tiene luz eléctrica pero, al menos, hay una canilla pública cerca de la vivienda. “Viven en la pobreza más extrema, cuando el año pasado salió en los medios su historia le acercaron una silla de ruedas y le prometieron que la iban a ayudar para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, casi un año más tarde, no se nota ningún cambio sustancial de su situación. Sí mejoraron un poco su casita, pues antes las tablas de maderas estaban tan deterioradas que se veían los agujeros por donde pasaba la lluvia y el frío”, recordó. Lucía lamentó la falta de interés de la Municipalidad, de Salud Pública, de Desarrollo Social y del Pami, “no se vé a ninguna de estas instituciones asistiendo a esta pobre abuela”. “No queremos que la lleven a un hogar”Para su hijo, Tomás Solís, su mamá necesita con urgencia una persona que le brinde cuidados domiciliarios “ella no quiere irse a vivir en un hogar de ancianos, quiere vivir acá con nosotros y sus nietos”. Aseguró además que él tampoco quiere que se la lleven a su mamá, postura que tiene una de sus hermanas que también vive en Jardín América y la jefa de Área Programática VIII, Mirta Rivero. “Esta funcionaria fue quien el año pasado le trajo una silla de ruedas en comodato, pero no volvió nunca más”, recordó.
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