Señora Directora: No deja de llamar la atención que “la balanza de la Justicia” funcione “a gusto y piacere” de quienes tuvieron la suerte o la viveza o la oportunidad única de “redactar minuciosamente los textos válidos para ciertas clases sociales” y eso se repite en ciertos casos.Y precisamente, siempre se dijo que “somos todos iguales ante la ley” y, sin embargo, la realidad es otra.Quien tiene la conciencia y las manos limpias no “revolverá archivos y papeles relacionados al ámbito judicial” para zafar de imputaciones claras y evidentes, tampoco valiéndose de los fueros que lo protegen.Un caso muy sonado sucedió en nuestro país en mayo de 1996, cuando un joven cometió un robo y al intervenir la policía sólo le pudo sacar una moneda de ¡un peso! -que tampoco se pudo constatar si le pertenecía o no al detenido-.Por ese supuesto delito recibió una condena de ¡cinco años!, a pesar de las incoherencias y testimonios dispares relatados en el juicio. Después de haber cumplido los dos tercios de la condena y por buena conducta, quedó en libertad condicional hasta cumplir con los años que faltaban.Hoy conocemos protagonistas de maniobras fraudulentas y de manejos turbios de sumas millonarias que han cumplido funciones jerárquicas a nivel provincial y nacional, pero al haber conseguido el “escudo de los fueros parlamentarios o la protección de vaya a saber de quien”, pues entonces siguen libres y gozando de los beneficios de la libertad.Es evidente que los privilegios se extienden además en otros ámbitos de la gran estructura estatal y “no dan puntada sin hilo” –por lo que se sabe por los corrillos y voces bajas-, porque algunos –que ya suman un buen grupo-, saben cómo mantenerse en el sistema y entramado de la política, aunque tengan malos antecedentes y carezcan de ideas, la cuestión es subirse al colectivo de los audaces y egoístas que manejan a las masas siendo obsecuente.Estos son solamente algunas verdades que muchos conocen, pero prefieren el silencio o evitar que “levante la perdiz” para no perder su silla.Mientras que se destaque la llamada “grieta”, que a su vez encubre la corrupción, la Argentina seguirá sufriendo altibajos sin encontrar el rumbo que necesita para salir del desencuentro y la confrontación estéril.
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