Señora Directora: Aunque sé que me van a tildar de “K” deseo hacer una reflexión para mostrar el nivel de fanatismo y ceguera a que nos ha llevado la llamada “grieta” que divide las aguas argentinas, nos degrada y nos quita toda posibilidad de poder elegir con libre albedrío y a conciencia.Casi cotidianamente veo en las redes sociales una cadena que busca adhesiones para solicitar a las autoridades –o asumirlo a propia iniciativa- evitar la elección en los próximos comicios de aquellos candidatos que estén procesados, y que si bien apunta a una expresión general de deseo, es evidente tiene una clara intencionalidad proscriptiva y excluyente. No porque no corresponda, sino porque se soslaya la ley en esa materia y porque, cuando la memoria es frágil, se olvidan antecedentes muy cercanos en cuanto a quien hoy ocupa la Presidencia de la Nación.La adopción de una medida de ese tipo, hubiese impedido que el propio Mauricio Macri pudiera haber sido candidato en 2011 a jefe de gobierno porteño y en 2015 a presidente argentino. Ésta, más allá de los deseos personales, hubiese convertido a la norma en una muy útil herramienta –y aún puede serlo- para excluir, con la complicidad judicial, a algunos candidatos que desagradan al poder de turno. Basta una denuncia nimia que encierre cierto atisbo de certeza para que pueda impugnarse con éxito cualquier nominación indeseable (habrá eco en los medios y algunos “testigos” prestos a confirmarla).Por ahora y afortunadamente, ello no es impedimento. Hace falta una condena judicial firme para que esa puerta quede abierta, evitando toda manipulación en cuanto a quienes se nominan para algún cargo público. El ejemplo de estos días es el del ex presidente Carlos Menem, precandidato a senador nacional por la provincia de La Rioja, quien acaba de recibir una sentencia de siete años de prisión por una ilegal venta de armas a Croacia y Ecuador durante su gobierno.El fallo de primera instancia aún no está firme y es posible que sea confirmado, aunque según los tiempos judiciales ello recién ocurra después de las elecciones de octubre, o sea podría ser candidato. Aunque, quizás, luego deba afrontar un posible rechazo de su diploma en el Congreso de la Nación, tal ocurrió hace más de una década con el del electo diputado nacional Luis Patti, enjuiciado por delitos de lesa humanidad y luego condenado a prisión perpetua por esos crímenes.En el caso actual de Menem, vale tener presente que en los últimos días ya hubo una presentación ante la Justicia electoral para que se excluya su candidatura y será ésta la que deba resolver qué hacer con la postulación. La resolución judicial debería conocerse pronto, antes del 13 de agosto, cuando se realicen las Paso: aquí hay una sentencia de primera instancia en revisión de alzada y eso es mucho más que una sospecha verosímil –que hasta tanto no se pruebe y condene es solo eso- que abre una investigación y procesamiento.En el caso particular del hoy Presidente, por ejemplo, recién después de su juramento y a principios de 2016 fue sobreseído en la causa de las escuchas telefónicas, donde aún quedan otros procesados; y continúa en juicio por los abusos de la Ucep (Unidad de Control del Espacio Público) de los que fueron víctimas muchos indigentes que vivían en parques y calles de Buenos Aires.Parafrasearía, por último, con una afirmación del Evangelio atribuida a Jesús sobre la astilla en el ojo ajeno y la viga en el propio ojo. A unos y otros les cabe ese sayo…A la hora de votar hagámoslo a conciencia, con responsabilidad, sopesando los aciertos y errores de cada uno, sin dejarnos engañar por lentes empañados o de colores, ni por campañas amañadas que desvirtúan lo que queremos para nuestro futuro y el de todos nuestros compatriotas.
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