Señora Directora: Ya muy pocos dudan de la importancia que tendrán las elecciones de medio término de octubre próximo. Tal como viene presentándose la precampaña (aun estamos fuera del plazo para la oficial) queda en claro que lo que está en juego es mucho más que la mera renovación parlamentaria.Al menos eso es lo que se trasunta cuando se soslaya la objetividad y al hablar de nombres se muestra un encono inusual en otros casos. A un punto de necedad que se juzga y condena al otro, al opositor (¿al enemigo?) por cuestiones que en los propios se perdonan. Sorpresivamente desaparece la memoria y se plantean acusaciones a doquier en las que poco importa la verdad –solo basta un poco de verosimilitud–, olvidando los propios “pecados”, muchas veces idénticos. El solo abrir la boca tras una crítica objetiva (o apuntar un acierto) del otro para que te cataloguen de K o de Pro, sin importar la sinceridad ni el color que tengas. Absurdo, ¿no?
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