Especialistas de la Red de Biomasa del Inti realizaron el primer ensayo a escala industrial en el país para producir pellets a partir de residuos del sector azucarero. Esta tecnología puede ser una solución energética, ambiental y productiva para el norte argentino.La pelletización es un proceso de compactación del que se obtienen pequeños cilindros (pellets), que pueden utilizarse como combustible.El cultivo de la caña de azúcar es la base de la economía regional en el noroeste argentino, con 365 mil hectáreas cultivadas y una producción anual de 20 millones de toneladas por molienda. Esta actividad industrial genera 45 mil puestos de trabajo directos e ingresos por aproximadamente ocho millones de pesos anuales, sin embargo, en contraposición de su impacto industrial en la región, los residuos que se generan no son aprovechados, lo que implica un problema ambiental que se acentúa a medida que la producción crece.Con el objetivo de aprovechar los desechos de la cosecha, especialistas de la Unidad Técnica Valorización de Recursos Biomásicos de Inti-Tucumán llevaron adelante el primer ensayo a escala industrial de conformado de pellets en la ciudad santafesina de Rafaela. El mismo se realizó con máquinas disponibles en el mercado, lo que permitió reunir pautas técnico-económicas para el diseño, en el corto plazo, de un modelo de negocios rentable, apuntando al desarrollo de un nuevo biocombustible para aplicaciones industriales de alcance regional, que cumpla con los estándares mínimos de calidad para su uso en equipos de combustión.El trabajo contribuirá al desarrollo regional porque apunta a resolver un gran problema de contaminación ambiental, diversificar la matriz energética, agregar valor a un residuo agrícola y mejorar la competitividad de los productores cañeros” afirma Guillermo Martínez Pulido del Centro Inti-Tucumán, quien llevó adelante el proyecto junto a Marcos Risso, Martín Rearte y Sado Abdelhamid.El ensayo se implementó a partir de la articulación entre el municipio tucumano de Simoca, productores cañeros, una empresa fabricante de máquinas pelletizadoras y el Inti —a través de los centros de Tucumán y Energías Renovables—. Se enmarca dentro de las acciones que lleva adelante el Instituto, que este año conmemora su 60º aniversario, con el objetivo de fomentar el aprovechamiento y valorización de recursos biomásicos (materiales orgánicos utilizables como fuente de energía) en todo el país.Potencial de los residuos agrícolas de cosechaSi bien estudios estadísticos acuerdan sobre el potencial de estos residuos azucareros, las tecnologías para su aprovechamiento aún no han sido validadas por la propia industria azucarera. Actualmente el único antecedente es el uso parcial en su estado natural en calderas bagaceras de ingenios azucareros —que buscan complementar al bagazo que escasea debido a la demanda energética de la producción de etanol— .Su aplicación como combustible estandarizado (pellet) puede dar una mayor confiabilidad y diversificar el consumo hacia la media y baja escala, incluso para aplicaciones domésticas en reemplazo del gas licuado de petróleo y el gas natural. “Es una alternativa no solo para darle valor agregado y diversificar la actividad cañera sino para suplir la demanda energética creciente en todo el país”, concluye Martínez Pulido.Calentamiento: la caña de azúcar argentina emite menos gasesConocer con precisión cuántos gases de efecto invernadero (GEI) emiten los cultivos durante todo el ciclo permite evaluar la eficiencia de los sistemas productivos y ayuda a disminuir impactos negativos en el ambiente. Con esa información, además, se pueden detectar sitios críticos y desarrollar estrategias de mitigación. Así, un equipo de investigadores del Inta Famaillá –Tucumán– determinó que la producción de caña de azúcar emite casi un 50 % menos de óxido nitroso. El trabajo fue recientemente publicado en la revista Science of the total environment.En líneas generales, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) estima que la caña de azúcar tiene un porcentaje de emisión de GEI que ronda el 1,25 %. El detalle es que la mayoría de los estudios están basados en estimaciones y no en mediciones reales. En este punto, radica la importancia de contar con un inventario nacional de gases.Así, con el foco puesto en la importancia de conocer cuál es el impacto real que tiene para el ambiente la generación de bioetanol, desde el cultivo hasta su uso final, Jorge Chalco Vera –del grupo gestión ambiental de esa unidad del Inta y becario del Conicet– comenzó a estudiar en detalle cómo funcionaba el intercambio de gases entre la planta, el suelo y el aire.“En la producción de bioetanol es fundamental cuantificar las emisiones reales de gases de efecto invernadero a la atmósfera”, señaló Chalco Vera quien agregó: “De esta manera, podremos conocer, en términos económicos y energéticos, cuáles serían los beneficios de reducir la dependencia al uso de combustible fósil y, en términos ambientales, el ahorro en las emisiones”.En Tucumán, para la producción de caña de azúcar tanto la fertilización nitrogenada como la quema del rastrojo –después de la cosecha– son prácticas habituales. Por lo que el objetivo de Chalco Vera fue cuantificar las emisiones de dióxido de carbono, óxido nitroso y metano que emite el cultivo.Luego de tres años de mediciones realizadas a campo, el equipo liderado por Chalco Vera, demostró que el cultivo emite casi un 50 % menos de óxido nitroso respecto que lo estimado por el IPCC. “Según nuestros resultados, la caña –bajo un sistema con cosecha en verde– emite 0,73 % de este gas debido al fertilizante nitrogenado aplicado”, explicó Chalco Vera quien agregó: “Esto es muy positivo porque determina que el sistema cañero tucumano emite mucho menos gases en comparación al 1,25 % que fija el IPCC”.En la Argentina, hay más de 350 mil hectáreas de cañaverales cuya producción se destina a 23 ingenios que elaboran azúcar y 16 destilerías –que obtienen alcohol destinado a mezclas con naftas–.
Discussion about this post