Si estás entre los 30 y los 40 sin haber aprendido a manejar, pero no perdiste las esperanzas y tampoco las ganas de hacerlo, escribimos esta nota para animarte. Antes que todo quiero decirte que sí vas a poder, que sí se puede. Pero te sugiero que empieces cuanto antes porque mientras más tiempo dejes pasar, más difícil se te hará… entonces, primero es cuestión que te decidas.Por experiencia propia sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es fundamental que determines tomar las riendas y he aquí una bella metáfora, que al menos a mí me ayudó a empezar. Quizás te sirva.Cierta amiga me contó alguna vez que su psicóloga la intimó a manejar con las siguientes palabras: “Tener miedo a manejar es el equivalente a tener miedo a manejar tu vida. ¿Tenés miedo a manejar tu vida? ¿No? Entonces subí al auto y manejá tu vida”. Esas palabras repicaron mucho tiempo dentro mío. De hecho me sirvieron para hacer el primer intento hace algunos años, pero todo cayó en saco roto cuando me enfrenté al tránsito. Pese a que aprendí todo lo que se necesitaba: mover, manejar y estacionar el coche perfectamente, salir a la calle y lidiar con los peatones que cruzaban las avenidas en cualquier parte, ciclistas que circulaban en contramano y algunas motos también. La verdad me estresé tanto que dejé el asunto allí.Al cabo de unos años me seguía repitiendo a mí misma que tenía que superar el miedo a “manejar mi vida”… e hice un nuevo intento. Pero esta vez tenía un plan, iba a hacer lo que hizo mi amiga: acudir al psicólogo para que me ayude a superar los miedos. Creo que fue lo mejor que pude hacer. El terapeuta me ayudó a entender que la mente humana, en general, sobredimensiona los “monstruos” que existen en la cabeza y que a medida que trazamos los primeros pequeños pasos, nos damos cuenta que sentirnos seguros en lo que hacemos sirve para superar esos temores. Así que, en vez de tener miedo, tan solo hay que tener cuidado. Otra cosa que me ayudó a dar un gran paso en mi aprendizaje fue cambiar el enfoque que tenía sobre el automóvil. Puede que suene como una tontería pero tiene mucho sentido. Los hombres tienen menos dificultades porque fueron estimulados de forma distinta que a las mujeres frente a los autos. Ellos adoran sus coches y no les da “miedo” manejarlos. El psicólogo Antonio Bravo Trevejo lo explica en la bellísima columna de opinión que escribió en exclusiva para SextoSentido y que se puede encontrar al final de esta nota. Cuando empecé a ver mi coche de esa manera todo dio un giro. Algo crucial en este proceso fue haber compartido mi experiencia -y mi alegría- de tomar el volante con el resto de mis amigas. Todas coincidían en que también deseaban aprender a manejar, pero los nervios y los miedos siempre terminan ganando la partida. Bien, diré esto: los miedos no pueden detenerte. Basta. A dejar de lado el temor y ¡a manejar sus vidas!Aquí va mi contribución para aquellas quienes, luego de leer este artículo, se animen a aprender a manejar. Habrá momentos en que quieras tirar la toalla. No lo hagas, mejor diseñá un plan.Si estás pareja, quizá no sea buena idea aceptar su gentil ofrecimiento para enseñarte a manejar… Si él carece de la paciencia y la sabiduría para enseñar es mejor que aprendas en un autoescuela para recibir de ellos las lecciones elementales del arte de conducir. Además que, después de haber pagado por las clases, te vas a garantizar que no lo irás postergando “para otro momento”. Conducir es como todo en la vida, una cuestión de práctica para hacerlo bien. Y sí se puede. Por Myrian [email protected] secreto para superar el miedo a conducir“En cuanto pienso que tengo que conducir me pongo nerviosa”, “no entiendo por qué me bloqueo al volante”, “conducir es altamente peligroso”, “desde que tuve el accidente soy incapaz de ponerme al volante”, “no tengo habilidades suficientes”…Si sueles tener pensamientos de ese tipo que te generan ansiedad, bloquean o provocan que evites la conducción, estás padeciendo Amaxofobia. Del griego Amaxo = carruaje y Fobia = Miedo. Como toda fobia, es un miedo irracional que afecta a muchas más personas de las que te imaginas, y al doble de mujeres que de hombres. Conducir es una tarea compleja, que exige coordinar pies y manos, aguzar los sentidos, controlar retrovisores, atender a las señales de tráfico, y todo ello dificultado en ocasiones por las condiciones atmosféricas, el tráfico o la presión de llevar pasajeros a bordo. Todo ello, genera un gran estrés que nos afecta a nivel fisiológico, mental y emocional. Desde la psicología, la mejor forma de hacer frente a este problema es mediante la terapia cognitivo-conductual, que resulta muy exitosa. El tratamiento básicamente consiste en hacer conciencia sobre el problema, reaprender los buenos hábitos de la conducción, reducir el número e intensidad de los pensamientos irracionales, llevar al cuerpo a un estado de menor tensión fisiológica, y en generar autoinstrucciones positivas para aumentar la confianza, lograr mayor calma a nivel emocional y finalmente, exponerse a la fobia en imaginación y en vivo.Sin embargo, a mí me gusta añadir un elemento, y aquí está mi secreto. Estamos tan centrados en solucionar los problemas, que se nos olvida fijarnos en qué diferencias existen respecto a esas personas que disfrutan conduciendo. Y es que ellos, aman su vehículo, lo cuidan, lo miman, conocen todo sobre él y son más conscientes de las sensaciones placenteras. El mayor enemigo del miedo es el amor. Por ello, considero primordial, comenzar a desarrollar amor hacia eso que te genera tanta aversión, como es el acto de conducir.Por Antonio Bravo TrevejoMaster en terapias psicológicaswww.antoniobravotrevejo.comFotos: M.Colman
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