Señora Directora: Falta menos de dos meses como para que el 13 de agosto comience la etapa comicial de estas elecciones de medio turno, donde se renuevan los parlamentos nacional, provinciales y municipales. Son comicios en los que el oficialismo pone en juego su credibilidad y futuro, y en que la oposición intenta maquillar la voracidad del régimen neoliberal (neoconservador, en realidad), del que casi todos ellos son también cómplices.Quisiera –y supongo es un anhelo de muchos– que los compromisos de campaña de los candidatos se transformen luego en acciones concretas y no sigan sumando los engaños y las mentiras que hemos padecido desde el retorno a la democracia. Un comportamiento que ha ido empeorando en la medida de los años y que hoy llega a límites escandalosos, al menos en mi visión de nuestros gobernantes.Desconozco cómo se puede corregir ese vicio de la mayoría de los políticos en los que la corrupción y la mentira parecen ser sus nortes. El castigo en las urnas es útil, pero siempre llega años después de cometido el daño y la revocatoria de mandatos no está al alcance de todos, además de ser un proceso lento y engorroso en aquellos cargos en que pueda se aplicada. Tampoco sirve la renuncia anticipada porque quienes deban resolverla serán los propios pares del gobernante cuestionado, ya que de otra manera habrá que concurrir a votar periódicamente con el enorme gasto que ello significa.
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