“Tommy” fue exacto. El Golden Retriever de la Brigada de Canes de la Policía provincial señaló dos veces sobre la misma evidencia con una certeza irrefutable. Fue durante un entrenamiento de rutina, ante PRIMERA?EDICIÓN, donde dejó constancia de su eficacia.Horas antes, de la misma manera, <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/248908/los-perros-hallaron-rastros-de-achingo-en-las-butacas-traseras-del-c.html">el can detectó rastros biológicos del gremialista asesinado Pablo Sabino Achingo (58) en el vehículo que los sospechosos detenidos habrían utilizado para trasladarlo hacia el lugar donde lo abandonaron</a>. Tal como informó este Diario, esa pericia ya fue anexada al expediente. Detrás de ella se esconde la labor casi oculta de los perros y sus entrenadores.Durante los últimos seis meses, “Tommy” fue adiestrado para operaciones odorológicas y el miércoles demostró que todo ese esfuerzo fue aplicado después de analizar las muestras recolectadas en el Citroën C-4 secuestrado en la causa. El animal señaló directamente los frascos en los que se ubicaron prendas de vestir de Achingo.¿Qué hay detrás de ese peritaje que fue realizado por primera vez en Misiones? Para conocer la metodología, PRIMERA EDICIÓN entrevistó a Mario Rosillo, médico veterinario y único especialista en la Argentina en Orodología forense, la ciencia encargada de seguir -a través del mejor amigo del hombre- las huellas de olor que quedan tras cada paso.El profesional explicó que esa práctica es utilizada por el FBI y diversas policías europeas. No obstante, se encuentra en pleno desarrollo en Argentina y, ahora también, en Misiones.Olores que hablanLa pericia en el caso Achingo consistió en levantar con gasas las muestras de la butaca trasera del Citroën C-4. Ese procedimiento, dice Rosillo, se debe realizar a no más de 72 horas de ocurrido un hecho “si pretendemos tener un resultado 98 por ciento factible”.Esos rastros fueron ubicados en un frasco rotulado como “olor base”. Después, con las ropas que Achingo vistió por última vez antes de ser ultimado, se conformó un “frasco testigo” que se ubicó en línea con otros cuatro recipientes. En cada uno de ellos, muestras diferentes de prendas y restos de otras personas.“Tommy”, adiestrado para obtener los “datos” de ese “olor base” y encontrarlo en uno de los cinco “frascos testigo”, hizo lo que tenía que hacer: caminó y se sentó primero al lado del frasco “5”; después de que los peritos coordinaran una nueva ronda, apuntó directamente al frasco “2”. Justamente en esos dos frascos habían sido ubicados los registros de olor de Achingo.Rosillo lleva casi 30 años supervisando los entrenamientos de perros de rastreo, utilizados -por ejemplo- en la búsqueda de personas ante desastres naturales. Sin embargo, se inmiscuyó en la Orodología forense hacia 2001, cuando regresó de una especialización en Holanda.Las técnicas que adquirió fueron aplicadas primeramente en Corrientes, su provincia natal, donde conformó la División Canes y trabajó con perros de detección. Sin embargo, el desarrollo más profundo tuvo lugar en Río Negro, donde trabajó varios años. “Y ahora se esta imponiendo en Misiones de forma exitosa y conforme a los pedidos de la Justicia”, apuntó el especialista.Experiencia de trabajoDurante aquellos años en la Patagonia, el profesional trabajó en varias investigaciones criminales que resultaron esclarecidas, sobre todo en homicidios. Dos años después, de vuelta en Corrientes, en 2003, llegó una verdadera prueba de fuego:?aplicar la técnica en el secuestro y desaparición de Cristian Schaerer.El sentido del olfato de los canes, entre 10 y 100 mil veces superior al del ser humano, no falla. Rosillo y sus perros lograron identificar los vehículos en los cuales fue trasladado el joven: un Duna blanco y un Corsa gris. Esa certeza permitió dar con los propietarios de esos rodados, quienes resultaron ser integrantes de la banda delictiva. Las pericias tuvieron tanta contundencia que aquel trabajo recibió un reconocimiento especial de la Cámara de Casación Penal de la Nación.Las peripecias del veterinario y sus sabuesos -mejor que nunca utilizado ese término- continuaron en 2008 en Río Cuarto, Córdoba, para trabajar en la desaparición de Nicolás Sabena. “Fue un caso problemático, al comienzo hicimos una pericia y la Cámara no la reconoció, pero porque no supo interpretarla. Volvieron hacer el ADN y, finalmente, los jueces entendieron y tomaron como prueba del caso nuestro trabajo”, recuerda Rosillo. En ese caso, los perros “identificaron un cuchillo que estuvo escondido en la escena del crimen. Tenía olores y sangre de la víctima. Los resultados genéticos dieron positivo y una banda delictiva, responsable del hecho, fue condenada”. De regreso en Río Negro, los perros volvieron a trabajar en un crimen, esta vez en el que derivó en el asesinato de Otoño Uriarte, una adolescente de 16 años secuestrada y ultimada en octubre de 2006.Habían pasado varios años del hecho pero, lo ya dicho, el olfato de los perros no falla. Tras las pericias, los sabuesos de Rosillo pudieron determinar dónde estuvo el cuerpo de la víctima antes de ser arrojado a un dique. Y no solo eso: también encontraron la vivienda de los homicidas y hasta identificaron el automóvil en el que transportaron a la adolescente.Una vuelta al mundoTantos éxitos le brindaron reconocimiento a Rosillo y sus animales, que lentamente comenzó a ser reconocido a nivel mundial. Por dar un ejemplo, su protocolo de trabajo está citado en el libro “Human Scent Evidence” (“Evidencia del olor humano”), publicado en 2012 por tres investigadores del FBI?estadounidense.Aquella publicación fue el corolario de una serie de trabajos que Rosillo ya había realizado en distintos países, no solo en Argentina. En 2007, por ejemplo, lo llamaron desde Portugal para que colabore con la búsqueda de Madelein McCann, la niña de 4 años que desapareció cuando estaba de vacaciones junto a sus padres. “La burocracia no nos permitió viajar. Es difícil salir con el perro y eso demoró todo. Finalmente, se encargó Inglaterra con el equipo de rastro criminal, con las evidencias biológicas y de sangre”, contó el forense sobre aquel caso que tuvo repercusión en todo el planeta.El mejor amigoRosillo trabajó y trabaja con varios animales. Sin embargo, el más emblemático es “Corbata”, que ayudó en el esclarecimiento de centenares de causas. El especialista, en realidad, tiene contados cada uno de los casos: “son 301”, afirma sin lugar a ningún tipo de dudas. “Corbata” y su entrenador sentaron así jurisprudencia en ocho provincias:?Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Chubut, Río Negro, Corrientes, Neuquén y Misiones.El mítico can también estuvo en Posadas y participó de las pericias del caso Achingo, el último miércoles, aunque como “perro testigo&rdquo
;. Es que “Corbata”, una leyenda en ese ámbito, ya está jubilado.En el 2015, el perro rastreador fue pasado a retiro con honores por parte de la Policía de Río Negro. El animal, un mestizo de 16 años, sufre una parálisis en la cadera así como problemas cardíacos y renales, por lo que en esa oportunidad las autoridades aceptaron devolvérselo a Rosillo y ahora reside en Corrientes.Recuperar a “Corbata” no fue fácil para Rosillo. En el 2014, el profesional solicitó infructuosamente la guarda del perro. Entonces, la organización “Retired Dogs 112”, que trabaja en beneficio de los perros que hacen trabajo policial, inició una recolección de firmas bajo el lema “Todos con Corbata”. En solo tres días se juntaron más de 4 mil adhesiones, se subieron unas 800 fotos de perros con una corbata colgando -en apoyo al animal- y se logró el objetivo. Hoy “Corbata”, que trabajó durante ocho años con Rosillo, está de vuelta con su amo. Es el ejemplo a seguir para las generaciones que se vienen, entre ellas “Tommy”, el perro misionero que ya comenzó a dar sus primeros pasos en la investigación criminal.Ocho canes al servicio de la ciencia forense“Tommy” y “Max” son dos Golden Retriever adiestrados bajo la técnica de Odorología Forense. “Magnum”, “Rojo”, “Mister” y “Rasty” están al frente en los procedimientos de narcóticos. Y “Fash” junto a “Cleo”, son los Blood Hound entrenados para rastros. Estos son los ocho perros que ya están trabajando junto a los especialistas de la Brigada de Canes de la Policía provincial, a cargo del subcomisario Guillermo García. La participación de “Tommy” en el caso Achingo fue considerado un reconocimiento al esfuerzo y la dedicación por parte de los efectivos que integran esa Brigada. Para García, “Tommy” respondió rápido al entrenamiento y “el resultado resultó en una pericia clave para la investigación”.De acuerdo al uniformado, para que los perros integren el equipo, deben pasar por un proceso de selección en el cual se tiene en cuenta, fundamentalmente, la actitud del can.“‘Tommy” era un perro de exhibición, de los mejores. Pero al verlo, notamos que tenía esas actitudes y lo destinamos a Orodolofía, porque era una demanda de la sociedad”, apuntó GarcíaLos adiestramientos están a cargo del especialista Mario Rosillo y cada perro tiene su entrenador. Entre ellos se encuentra el oficial principal Hugo César González quien además de tener una especialización en Odorología Forense es diplomado en la misma ciencia por la Universidad de Texas. “No habíamos trabajado con la técnica en la provincia y hoy nos gratifica el resultado, no es vano nuestro trabajo, dio sus frutos, pusimos en práctica nuestros conocimientos”, indicó González.Los canes fueron adquiridos en medio de un proyecto fomentado por el Ministerio de Gobierno, que busca lograr en el corto plazo un aporte cada vez mayor en las investigaciones de la Justicia.Fotos: J.C. Marchak
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