Señora Directora: El 1 de mayo pasado se cumplieron 124 años de la institución o establecimiento de nuestra Carta Magna, forma de gobierno o Constitución Nacional. Es decir, el establecimiento o fundación de algo que pasaría a regir como ley madre en un país libre y soberano, como es nuestro, como es nuestra amada como brillante tierra argentina.En mi condición, como el de otros, que tenemos el título de ciudadano, conforme lo expresa el acta de nuestra Constitución Nacional y, de tal manera, pasamos a conformar el “cuerpo soberano” de la patria que es el pueblo. Pues debemos comprender que el poder reside precisamente en el pueblo, asegurando los beneficios de la libertad, para nosotros, nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino. Dentro de los parámetros que prescriben nuestras leyes, partiendo de nuestra Constitución Nacional y de los acuerdos internacionales con rango constitucional que prescribe la libre determinación de los pueblos.Como ciudadano argentino deseo ser claro, objetivo y determinante en mis principios manifestando que no pertenezco a ningún color ni distintivo político que altere mi esencia patriótica, democrática y republicana, y que no traicionaré bajo ninguna circunstancia a mi amada Patria. Estos sentimientos están por encima de toda idea fanatizante que magnetice la verdadera esencia del espíritu de libertad de consciencia, de pensamiento y de expresión que es el fundamento intrínseco de la soberanía del pueblo.Pienso que los ciudadanos que se postulan como candidatos dentro de los partidos políticos (que son y deben ser las instituciones democráticas de un país) deben tener la idoneidad y el condimento indubitable de lo que significa política y democracia para aplicarla en beneficio del pueblo, las instituciones y para el crecimiento y el desarrollo de la patria, sin ningún tipo de demagogia. De modo que sus gestiones “vislumbren” objetivos concretos para conseguir la unión nacional, promoviendo el desarrollo de los recursos naturales y humanos de modo que haya una buena complementación en ambas áreas para el bienestar general.Debo decir que tuve el privilegio de nacer en esta maravillosa tierra colorada, en un lugar reconocido como la séptima maravilla natural de la Tierra, donde se encuentran las cataratas del Iguazú.También es menester recordar a todos mis compatriotas, a las instituciones de nuestro país, Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y establecimientos educacionales, que sin ley no hay orden en la sociedad. Respetuosamente llamo a la reflexión que nuestra Ley Madre se estableció el 1 de mayo de 1853. Nadie lo recuerda, pero un ciudadano argentino que al regreso de la democracia, el 10 de diciembre de 1983, lo recordó hace 44 años. Fue don Raúl Alfonsín.
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