La profunda vinculación del yoga con los alimentos constituye un tema muy amplio, por eso consideraremos en primer lugar la relación de la alimentación con los principios sustentadores de nuestra disciplina, que comportan una filosofía práctica con características universales. Con ese propósito, apelaremos a la guía del reconocido maestro Iyengar, quien partía del Óctuple sendero del yoga clásico expuesto por el sabio Patanjali en sus Yoga Sutras, poniendo el acento en el basamento ético contenido en los dos primeros pasos de dicho sendero: Yama, que regula el comportamiento con nuestros semejantes y con la naturaleza, y Niyama, que puntualiza normas de comportamiento con nosotros mismos.Así nos encontramos con el principio rector de todo el yoga, el primero de los cinco Yamas que es Ahimsa (a = “no” y himsa = “matar” o “violencia”) y que implica bastante más que el mandato negativo de no matar, ya que posee un sentido positivo más amplio referido al amor que abarca toda la creación. Por eso la dieta vegetariana es la más apropiada en la práctica del yoga, aunque el mero hecho de que alguien sea vegetariano no implica necesariamente que sea un yogui o posea un temperamento no violento, pues la violencia reside en la mente. Además, las numerosas personas que asisten a clases de Hatha Yoga y sus aplicaciones terapéuticas en todo el mundo, principalmente en Occidente, no deben sentirse obligadas a “convertirse” al vegetarianismo, aunque gradualmente podrán ir desarrollando hábitos de alimentación más saludables, pacíficos, compasivos y respetuosos de la naturaleza. Y esto también es válido para lo que sigue a continuación.Retomando los principios, el primero de los cinco Niyamas es Sauca o pureza, norma de conducta dirigida a la pureza del cuerpo -tanto en lo externo como en lo interno- y también de la mente, pensamiento y palabra. Obviamente, esto hace necesaria la pureza de los alimentos, lo que implica limpieza en su preparación y observar la pureza de los medios por los cuales los obtenemos.De acuerdo con este principio, el alimento se ha de tomar para favorecer la salud, la energía y la vida, debiendo ser sencillo pero completo, nutritivo, jugoso, reconfortante y suficiente pero no excesivo. Han de evitarse los alimentos agrios, amargos, picantes, rancios, pesados, sucios y demasiado calientes, en salvaguarda de nuestros sistemas orgánicos y porque también el carácter se moldea según el tipo de alimentos que tomamos y el modo en que los tomamos.El yogui no es un ser macilento y desnutrido como muchos creen, sino que aspira a la armonía y come sólo para atender a su sustento, ni mucho ni poco, porque considera su cuerpo como la morada de su espíritu y se guarda de la excesiva autocomplacencia. Y nosotros… procuraremos la alimentación equilibrada, los pensamientos puros y la práctica de las posturas con la respiración profunda y completa, para sentirnos limpitos, sanos, plenos y en paz aquí y ahora. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]
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