La separación de una pareja es uno de los duelos más comunes y dolorosos en la vida de una persona. A diferencia de otros, en éste, la otra persona no desaparece sino que sigue existiendo pero sin mí. Podemos verla rehaciendo su vida, y por este motivo es muy difícil superar.Todos transitamos la separación de manera diferente y llegamos a la aceptación de la ruptura por diferentes caminos. Aceptar implica pasar de una situación ideal que queríamos que sea a una presente que no es lo que deseábamos. Debemos entender que hay cosas que ya no van a suceder y es inevitable que esto cause un gran dolor. Por lo general inmediatamente a la ruptura aparecen sentimientos de enojo y frustración personal por esto que no va a seguir. Luego aparece la tristeza. Es un momento de características muy semejantes a una depresión. En donde se hace muy difícil pensar de manera positiva, no le encontramos sentido a las actividades cotidianas y tendemos a pensar sistemáticamente, una y otra vez, en todas las cosas que hubiéramos hecho con la otra persona, en los recuerdos, en los planes, etc. La llamamos, escribimos y en muchos casos hasta le suplicamos retomar la relación. Acrecentando así el sufrimiento.Luego viene el momento de tomar dimensión real de lo que sucedió y comenzar una nueva etapa en nuestras vidas. Volver a plantearnos nuevos objetivos o reconstruir los anteriores desde una nueva perspectiva.Siempre debemos tener paciencia y no tratar de acelerar el proceso de aceptación y duelo. Cada etapa dura lo que tiene que durar y, aunque hallan recaídas, es la capacidad de resiliencia de cada uno lo que permitirá que atravesemos cada etapa. Si cada momento tiene su espacio y el dolor no se internaliza lograremos, en el futuro, que esta experiencia que tanto sufrimiento nos causó nos sirva de aprendizaje y podamos entablar nuevas relaciones sin cargar el peso de las anteriores. ColaboraRita FilichLic. En psicologí[email protected]
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