Hola queridos amigos. Hoy seguiremos con nuestros amigos los ángeles y la forma q ocupan para comunicarse con nosotros. Generalmente lo hacen a través de la intuición, siendo que ésta es esa estructura de pensamiento que se forma en el inconsciente y sale a la luz de la conciencia en un espacio brevísimo de tiempo, debemos aprender a escucharla antes de que la razón la acalle con sus sólidos fundamentos. Les daré un ejemplo contándoles lo que me pasó esta mañana para que entiendan cómo emplearla en el diario vivir: Me llama mi hija y me pide que lo busque a mi nieto del jardín y que, por si yo no podía ya le había dicho a él que vuelva con la mamá de su compañerita. Antes de salir a cumplir con el pedido, tomo intuitivamente mi celular que sabía estaba con la batería descargada, por lo que la razón me dice: déjalo cargando total son 6 cuadras hasta el jardín. Veo que tenia 10% de carga y digo, me alcanza por cualquier cosa. Al llegar mi nieto ya había organizado con la compañerita para volver juntos y no hubo forma de hacerle cambiar sus planes, por lo que tuve que ocupar el restito de carga del celular para enterar a la madre de la situación, quien justo había terminado de atender en su consultorio por lo que fue raudamente a solucionar la cuestión. Ustedes dirán: ¡qué ejemplo tonto! Y si, pero es que creemos que los ángeles están allí para las grandes cosas y nos perdemos de vivir en armonía, que es la que yo hubiera perdido al no tener el celular, pues hubiera tratado de llevar la criatura contra su voluntad y todo por no saber reconocerlos en esos raptus de intuición. Lo mismo hago cuando les pido ayuda si se me pierde algo y mi mano sola va al lugar donde está el objeto, antes de que intervenga el intelecto, como si mi cuerpo estuviera conectado a la intuición. Ahora, en casos de peligro su voz suena como una orden en nuestras cabezas y además nos otorgan el poder ver la situación desde un ángulo desconocido para nuestros sentidos, como si tuviéramos la capacidad de saber el pensamiento de algún otro que esté involucrado en la situación que nos apremia. Hay veces que los ángeles, al no poder penetrar en la maraña de nuestros pensamientos, lo hacen a través de otras personas que en la mayor de las veces son niños, a los cuales no le prestamos mucha atención, es por esto que debemos estar siempre atentos. Hay otras veces que cuando somos muy duros para entender, pueden utilizar a una persona que nos diga lo que tenemos que hacer o saber, en términos muy fuertes o de malas maneras y allí debemos sacar la energía negativa que rodea la intención de la palabra emitida por esa personalidad y rescatar el mensaje. Ocupan este último método para sacudirnos de nuestro adormecimiento o de algunas situaciones a las cuales nos habíamos apegado. En circunstancias muy especiales y con el beneplácito del Padre, pueden corporizarse y dejarse ver. Este es el caso de una amiga que estaba conversando con la hermana y sendos hijos pequeños en la orilla del mar, un día nublado que no había nadie en la playa; de repente vino una ola gigante que los tapo y los llevó a lo profundo de donde no podían volver. De pronto y del medio del mar aparece nadando un muchacho joven que les dice: préndanse de mi en trencito, y “sin cuestionar ni desesperarse” ellos obedecieron, de esta manera los sacó del mar, ya en la playa se abrazaron, alzaron a sus hijos para ver si estaban bien y cuando se dieron vuelta para agradecer al joven, éste había desaparecido. Como este tengo muchos relatos de sus propios protagonistas que son bellísimos de escuchar y nos dejan un gustito a cielo. Espero que la lectura de algunas de estas anécdotas los haya motivado a querer ser protagonistas diarios de estos cuentos angelicales. No olviden que es con un solo pensamiento que se los invoca. No sean tan formales en su trato con ellos, si quieren pueden ponerle nombre a su angelito o preguntárselo a él. Permanezcan en una actitud positiva donde la duda no tenga lugar. Rían con frecuencia, si no lo logran pidan al angel de la alegría, que dicen que es el más poderoso en el Reino del Señor, que llene sus corazones de sana alegría. Deben desestructurarse y tomar la vida como un juego, pídanle a los ángeles que les enseñe a ser nuevamente como niños. Y por último, sean agradecidos, pues como dice Rafael Esquirru: “Las almas grandes y fuertes, no terminan de agradecer, así como las pequeñas y débiles se demuestran invariablemente desagradecidas”.ColaboraGraciela del CarmenZaimakis de AbrahamEscritora
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