Señora Directora:?Hace un año los posadeños estábamos sorprendidos e indignados por un nuevo homicidio vial que esa vez arrojó dos víctimas: un trabajador del volante y su ocasional pasajera. En un hecho que donde otra vez el alcohol y el exceso de velocidad del vehículo que arrolló al taxi jugaron un papel central.Hubo entonces muchas demostraciones de dolor y reclamo de justicia que, al hoy, parece han sido desoídos por las autoridades responsables de investigar el presunto “accidente” y condenar a su actor si hubiese responsabilidad dolosa. Algo que parece evidente a la luz de la información que se publicó entonces y dio origen a esos reclamos ante lo que parece una Justicia ciega y sorda. Al menos es lo que indicaría el tiempo transcurrido y el silencio judicial en cuanto al tema que, según Uds. informan, aún no fue elevado a juicio por la falta de alguna pericia sobre la velocidad en que se desplazaba el rodado que atropelló al taxi que esperaba el cambio de luz en el semáforo. Esa demora judicial podría interpretarse como negligencia o complicidad de la autoridad actuante y que no hacen sino seguir abonando el enorme descrédito que éstas generan en la ciudadanía, si se suman las múltiples tragedias similares que también duermen en silencio, perdidas en algún cajón oscuro y tranquilo. Mientras muchos de los conductores que ocasionaron esas muertes innecesarias, desaprensivos e irresponsables, siguen circulando por las calles tras un volante como si nada hubiera pasado, pero con la certeza de que nada podrá pasarlos. Incluso como una simple consecuencia de la inacción judicial y de quienes deben investigar responsabilidades, y no por el trabajo de sus abogados o por certeza en la falta de méritos suficientes como para ser judicialmente punibles.En tanto, los familiares de las víctimas seguirán esperando una respuesta del Estado –la Justicia es uno de los poderes de éste– en cuanto a las responsabilidades penales, como también a la adopción de medidas que eviten se repitan estas tragedias previsibles o que les permita la contención familiar. Una resignada frustración que en muchos casos suma al dolor de la pérdida de quienes son el sostén del hogar o tenían un futuro en puertas que se vio brutal y atrozmente trunco.Los nombres de Lidia y Abelardo, de que cuyas injustas muertes este lunes 29 se cumple un año, pasaron a integrar la larga nómina de muertes en el tránsito en Misiones que esperan Justicia y de que alguna vez las autoridades responsables se pongan los pantalones largos y, como adultos, juzguen y condenen a quienes casi cotidianamente cometen estos crímenes en las rutas provinciales.¡Basta ya!
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