Señora Directora: Es evidente que estamos en periodo preelectoral y el interés de los políticos en cazar adherentes por el camino que pudiera, es también fácil de comprobar en el día a día. Aquellos con mayores recursos se valen de los medios electrónicos para invadir tu privacidad inundando las redes sociales de mensajes ¿engañosos? o con confianzudas llamadas telefónicas donde el personaje, al que solo conoces por la televisión, te tutea como si fuese un viejo amigo con quien tienes mucho compartido.Eso de por sí ya es fastidioso. Pero, quizás, aún lo son más las encuestas telefónicas que llaman –al igual que en el caso anterior– a cualquier hora sin tener en cuenta ciertas particularidades de cada región, como el respeto de la siesta en estas tierras, por ejemplo. Pero que siempre van acompañadas de una retahíla de preguntas que, generalmente (o al menos es el caso que a mí me harta), siempre son las mismas –y con la misma monótona voz– que te hicieron unos pocos días antes, también en horario inoportuno. Como si en pocos días mutara de idea o desean que milagrosamente una conteste lo que ellos quieren oír.¿No hay quién los limite?
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