Señora Directora: A veces da la impresión de que el gobierno nacional vive encerrado entre cuatro paredes porque ignora –o simula hacerlo– la enorme diferencia que existe entre salarios y precios. Mientras los primeros tienen límites para cualquier negociación paritaria futura, los segundos se ven desbocados, ya que aumentan constante e indiscriminadamente. En un año hubo una marcada depreciación de la capacidad adquisitiva del salario, pero los precios se incrementaron en alrededor de un 40%, según los datos brindados oficialmente. Y ahora que se están dando las primeras paritarias, los incrementos acordados no contemplan esa pérdida y se los establece en cifras que fácilmente quedarán por debajo de la inflación de este año. Al menos es lo que dicen quienes hacen estimaciones serios, ya que la previsión de 17% del Banco Central está próxima a ser superada, cuando todavía falta más de un mes para concluir el primer semestre.Aunque también es cierto que hubo una clara caída de la actividad económica –y los anunciados brotes verdes aún no se notan–, lo que crea más dificultades en cuanto a una retribución justa que se merece cada trabajador y la capacidad de muchas empresas (principalmente medianas y pequeñas) que deben afrontar esa suba salarial, cuando, en algunos casos, las ganancias se han reducido.La apertura indiscriminada de las importaciones siempre fue nocivo para la economía –la historia ya lo ha demostrado varias veces– y solo favorece a los sectores exportadores y a los sectores más concentrados de la economía capaces de especular financieramente y, cuando fuese necesario, de adaptarse velozmente a esos cambios..
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