Los hidratos de carbono (harinas y azúcares) fueron pioneros en esto de la demonización, algo que posee diferentes orígenes. En los años 80 existía la creencia errónea de que la lipogénesis de novo (formación de grasa a partir de hidratos) era un proceso significativo en el humano. Hoy se sabe que el fenómeno es despreciable en una persona normal. Pero pacientes, profesionales, medios y redes sociales siguen comunicándolo en un ataque impresionante de escepticismo científico. Están de moda las dietas altas en proteínas, que bajan el consumo de hidratos o los excluyen. Por último, el mayor conocimiento sobre la enfermedad celiaca generó que, mucha gente se confunda y, sola o por recomendación errada de profesionales, elimina trigo, avena, cebada y centeno de su dieta sin ser celiaca. Esa restricción se asocia a la demonización absurda que enfrentan los hidratos. Pocos recuerdan que salvaron al mundo. Y pueblos que consumen tradicionalmente hidratos (fideos o arroz) son de los más delgados del mundo.Las carnes: Sus principales críticos son grupos veganos. Se puede elegir no consumir carnes, siempre que adquiera dosis suficientes de otras fuentes de proteínas. ¡Los humanos somos omnívoros! Animales oportunistas y flexibles. Los que demonizan alimentos son los que pueden permitirse ese lujo, pues no son grupos vulnerables.A través de la evolución, los humanos consumimos carnes. El sistema digestivo está equipado para digerir nutrientes contenidos en ellas (proteínas y grasas). Los omnívoros funcionamos mejor comiendo alimentos de origen vegetal y animal. Poseemos un tubo digestivo mucho más corto que los herbívoros y no tenemos órganos especializados en digerir celulosa, la principal fibra de las plantas. Tenemos dientes caninos y cerebros grandes, que evolucionaron a partir del incremento del consumo de carnes, y poseemos la capacidad de realizar pinzas, que nos otorgan la habilidad de manipular herramientas de caza. ColaboraMónica KatzEspecialista en nutrición
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