La violencia en nuestra sociedad es un hecho, se manifiesta de diversas maneras que agravian y lastiman la convivencia social.Somos parte de una sociedad fragmentada en la que con facilidad se forman grupos en torno a ideales, aficiones, visiones e intereses, y con la misma facilidad otros grupos los confrontan al no compartir la manera de ver la historia, de valorar las coyunturas, de enfrentar las dificultades, de resolver los dilemas. Si bien el pluralismo social y cultural es legítimo y enriquecedor, cuando exacerba o violenta a la sociedad, sólo favorece el desencuentro, dificulta el diálogo y, por lo tanto coarta la posibilidad de lograr el consenso.El clima de inseguridad que vive la población acentúa la percepción de un sistema de justicia deficiente, que aunado a la frecuente impunidad alienta la tentación de realizar acciones por fuera de la ley como los actos de "justicia por mano propia".No olvidemos que la democracia en nuestro país es por definición una democracia representativa. Sin embargo, la forma como se reciben o asumen las decisiones que responden a los grandes desafíos de la vida nacional indica que la ciudadanía no se ve representada en ellas. Las experiencias vividas y las exigencias del momento piden revisar lo que significa la representatividad.Es evidente que el avance en el camino democrático requiere de instrumentos de democracia participativa. La participación informada de los interesados en las políticas públicas se convierte en una herramienta clave para los poderes públicos fortaleciendo la democracia y propiciando una sociedad más justa, inclusiva y pacífica. Para que la actividad democrática no se reduzca a la mera participación en los procesos electorales, el aporte ciudadano es crucial. En un país democrático la ciudadanía debe dar seguimiento a las acciones de quienes ejercen el poder.Existen ejemplos de buenas prácticas en nuestra comunidad que alientan y demuestran que este cambio es posible.Esto supone un estilo de vida que se debe cultivar desde el seno familiar con actitudes que la favorezcan tales como valorar los intereses comunitarios más allá de los individuales; no justificar la adquisición de recursos por cualquier medio o considerar el quehacer político como algo sucio, sumado a todo ello hay algo fundamental: fomentar la capacidad de escucha y diálogo con quienes piensan diferente.Transformar el conflicto a través del diálogo para la sustentabilidad y la democracia permite consolidarla. Si queremos hacer de la democracia un estilo de vida, deberemos aprender de las experiencias pasadas y generar actitudes nuevas que nos permitan ser parte e influir en el rumbo de nuestra historia.ColaboraValeria [email protected] 3764510132
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