En la nota anterior relatábamos que desde sus orígenes el Yoga ha sido desarrollado y transmitido por hombres y para hombres, en contextos históricos y culturales donde hasta los textos filosóficos de esta antigua tradición se dirigían siempre al sadhaka o practicante masculino, ¿lo sabían, muchachos? Pero en nuestros días, y sobre todo en Occidente, hay cada vez más mujeres que lo practican hasta llegar a ser mayoría. No obstante esta realidad y pasando por alto expresiones vulgares como “el Yoga es cosa de viejas” y dichos semejantes, cada vez más varones se están integrando con entusiasmo al agradable espacio compartido de las clases de Yoga y disfrutan mucho de sus beneficios. Damos fe de ello.Sucede que estas nuevas generaciones manifiestan una apertura mental superadora de los prejuicios sexistas que recaían sobre nuestra práctica en las últimas décadas, debido a que la dinámica estresante de la vida diaria y la exigencia social de permanecer firme ante situaciones difíciles trae aparejados malestares varios como contracturas, ansiedad, problemas digestivos, insomnio y hasta fastidio; y mientras tanto hay que seguir atendiendo el trabajo, la familia, las intercomunicaciones, los trámites, las noticias, algún curso o carrera, la salud, el tráfico, los imprevistos, las necesidades inmediatas, el picadito de los sábados y… ¡ojo! también los proyectos personales. Tooodo eso puede causar una hecatombe física y mental que hace ineludible la necesidad de “parar”.Es entonces cuando un alma amiga o un Dr. macanudo recomiendan la práctica del Yoga para distender los músculos, revitalizar los sistemas (los orgánicos ¿eh?, no los de la compu), apaciguar las emociones, serenar la mente, recuperar relajadamente la paz interior y ser uno mismo aquí y ahora, en presente… ¡Aaahhh…! ¡Qué liiindooo! ¿Todo eso?Sí señor, sí muchacho. Con las posturas, la respiración profunda y la relajación se fortalece y flexibiliza el cuerpo, se movilizan y lubrican las articulaciones, se equilibra el organismo, se recupera la alineación natural del cuerpo y de éste con la mente, mejora el sistema cardiovascular, se oxigena el cerebro y se beneficia el sistema inmunológico. O sea que Uds. también pueden obtener energía y resistencia de esta actividad que llamarían “de bajo impacto”, con el agregado del mejoramiento de la salud integral, pero ahí no termina todo. Ahí comienza todo.Mucha gente piensa que se trata sólo de una práctica física, cuando en realidad es mucho más. Uds. descubrirán este camino integral y holístico que comienza por los valores morales universales, recordando siempre el significado de la palabra Yoga: unión, reunión de cuerpo, mente y espíritu, el ser que somos verdaderamente, armonizando nuestros centros de energía y desarrollando la capacidad de concentración para comprender aquel aforismo que practicó Sócrates en la antigüedad griega: “Conócete a ti mismo”. Y percibirán que el autoconocimiento está íntimamente relacionado con la meditación, esa conexión silenciosa con la propia esencia que hacemos al final de la práctica, en la hora del ahora, que gradualmente permite a hombres y mujeres elevarse espiritualmente, ampliar la comprensión del mundo, hacer cambios positivos, incrementar la autoestima, sentir más seguridad, fortalecer las relaciones, ser más productivos y eficientes, encontrar el propósito de sus vidas, honrar la Creación y experimentar genuina alegría. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]
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