La llegada de un hijo es sin dudas un momento de alegrías y emociones sin comparación. Pero también es una prueba de fuego para la pareja. La misma aguarda este momento con muchas ilusiones y en los meses de espera se forma una imagen de cómo será ese momento mágico. Pero cuando al fin llega las cosas no son como se las imaginaban. De golpe se encuentran discutiendo todo el tiempo, sin poder ponerse de acuerdo.La nueva mamá se encuentra agotada, estresada, llena de inseguridades e incertidumbre con este bebé que la demanda 24 horas y necesita para sobrevivir. El nuevo papá se siente perdido, no encuentra su lugar dentro de este sistema. Donde estaba su mujer ahora solo descubre una mamá. Y, generalmente, mientras ella debe dedicarse exclusivamente al bebe, él es el que sigue con su ritmo laboral fuera de la casa y se ve abrumado por las nuevas necesidades económicas que ser una familia requiere. Como en toda crisis, este es un momento en donde la pareja puede deshacerse o al contrario volverse más fuerte.Para que esto último suceda es necesario que la pareja haga una reestructuración en cuanto a los roles, el tiempo, la distribución del dinero, el trabajo y todo lo que le atañe a ambos.Deben lograr una verdadera comunicación empática para llegar a nuevos acuerdos. No debemos olvidar que con este nacimiento se conjugan dos familias ya que cada miembro de la pareja trae consigo sus propias creencias en cuanto a la crianza del bebe.En cuanto a la intimidad ambos deben volver a encontrar su lugar como pareja. El hombre en este sentido debe ayudar a sacar a la mujer de ese nuevo rol en el que se encuentra, recordándole que el amor y la atracción de antes siguen estando ahí, siempre con paciencia y respetando sus tiempos.El nacimiento de los hijos es un momento único en la vida de todos. Si utilizamos el amor que ya existe, y le sumamos paciencia, podemos utilizar esta crisis para formar una familia sólida y unida.ColaboraRita FilichLic. En psicologí[email protected]
Discussion about this post