Señora Directora: Como muy pocas veces (¿o nunca?) se manifestó tanto rechazo popular a una decisión judicial como el fallo de la Corte Suprema nacional que le concede el beneficio del 2×1 a un represor condenado por delitos de lesa humanidad. Ello de por sí solo constituye un hecho histórico, pero es, quizás, más importante que ello el hecho de que miles (tal vez, millones) de argentinos hayan salido a las calles de todo el país para expresar públicamente y a cara descubierta su oposición a tan aberrante y abominable sentencia. En mi opinión, es una demostración de que, pese a lo que muchos alegan, el habitual silencio ciudadano es solo una expresión de prudencia y tolerancia, porque ante hechos como éste ocurren estas manifestaciones que exceden a cualquier identidad partidaria. Aun cuando lo hubiésemos sospechado y muchos lo anticipaban, sorprendió.Por fin queda claro que el tema del terrorismo de estado no es una cuestión menor y que el dolor provocado por sus crímenes todavía persiste en tanto falte memoria, verdad y justicia. En una cuestión en que, tal vez, el gobierno intenta olvidar, así como una Iglesia que clama por la reconciliación pero ignora del arrepentimiento y la verdad necesarios.
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