“Era una persona con una energía, una vitalidad y un atrevimiento, una libertad impresionante”, describió Carolina Gularte, compañera de “aventuras” allá por sus inicios en el mundo del teatro.“La papa del octavo” fue el primer grupo que mezcló en los 80 los títeres con el teatro. Él y Marcelo Reynoso mostraban la parte de muñecos y Lucía Amarilla, yo y otra gente estábamos con el teatro y hacíamos esa fusión que era muy novedosa en el momento”, recordó.“Después tuvimos la oportunidad de compartir festivales, de viajar con ese espíritu titiritezco de andar, nos conocimos con Javier Villafañe, el gran titiritero argentino y su esposa, en Necochea, y nos dio una mano importante para apoyar este grupo misionero y de jóvenes y desde entonces siguió en el camino de los títeres”, añadió.“Ese andar de titiritero lo llevó a Chile y allí se quedó”, contó.
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