Señora Directora: Si bien ya se conocía en otros países y que el mal llamado “juego de la ballena azul”, hoy ha llegado a nuestro país. Lo creó un joven ruso de nombre Philips Budeikin, de sólo 21 años de edad, pero con un ingenio asombroso, quien utilizaba las redes sociales para tentar a jóvenes –especialmente entre 13 y 15 años-, a que se sumaran al entretenimiento armado con sarcasmo y perversidad sin importarle sus resultados finales.Si bien este joven se encuentra detenido desde noviembre de 2016, las lamentables consecuencias siguen extendiéndose por el mundo. Aunque dicen que no fueron probadas las tan comentadas 130 muertes en suelo ruso, la preocupación persiste tal vez por la falta de información al respecto.Este psicópata tuvo la desfachatez de sincerarse manifestando que su invento buscaba incentivar a los jóvenes, a través de la “ballena azul”, a suicidarse porque consideraba que de esa manera les daba lo que les faltaba en su vida real; o sea, ser comprendidos y a la par lograr la paz buscada. A su vez dijo que quería “limpiar la sociedad”.Fijaba su objetivo principal en aquellos adolescentes “desconectados del mundo actual” y que se encontraban desprotegidos de sus progenitores, que por ello fuera mejor darle fin a su propia vida suicidándose.La propuesta era participar de un desafío, aceptando los 50 puntos a resolver que, una vez cumplido cada uno, debía ser enviada la prueba para poder continuar con el “juego fatal”.Aunque sabemos que siempre habrá candidatos para la seducción a distintas propuestas perjudiciales, motivos sobran en una sociedad cada vez más alejada de los valores esenciales que hacen a la formación de niños y adolescentes.Pero sí hay adultos que prefieren hacer una vida personalista, mostrándose libres de actuar individualmente –sin asumir responsabilidades que aceptaron, pero que nunca pusieron en práctica-, pues entonces no nos sorprendamos que cada vez más jóvenes pierdan el rumbo y se entreguen inocentemente o por el sufrimiento a que son sometidos, al consumo deliberado de alcohol, estupefacientes o aceptando propuestas dañinas a través de las redes sociales.Es fácil criticar o decir “yo sé lo que hago” o “yo me encargo de educar a mis hijos”; sin embargo, el creciente número de jóvenes que no quieren estudiar, trabajar y tampoco buscar trabajo, prefiriendo sumarse a lo que no les aporta cosas positivas, nos da la pauta que estamos ante una situación preocupante y que la sociedad deberá resolver en el tiempo.¿Que no hay trabajo? Hay muchas ocupaciones sencillas que ya no se realizan y las puede ejecutar cualquiera sin relación de dependencia. El ingenio, el esfuerzo y la voluntad le permiten a cada uno lograr lo que se propone.
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