Cinco meses fue la espera que el público apostoleño sobrellevó hasta ver montada, de la mano de Juan Manuel Romero, una pasarela en la ciudad, el domingo pasado, esta vez frente al mural del estadio General Manuel Belgrano, enmarcado en el bicentenario de batalla de aquel 2 de julio de 1817, en este mismo espacio, que concluyó con una victoria rotunda de las fuerzas del comandante Andresito Guazurarí.Las lluvias que durante varios días amenazaron con obligar a postergar el encuentro finalmente se alejaron, el universo todo conspiró y con el manto de estrellas que cubrió el cielo llegó una brisa casi cálida, un clima ideal para disfrutar de la noche en todo su esplendor, con un espectáculo de primer nivel.Eran las 21 cuando las luces se encendieron y, casi por arte de magia, en pocos segundos el público ocupó sus lugares, las empresas auspiciantes abrieron paso a Pamela Ayala, con su “Canto al río Uruguay”, y “los animalitos del monte misionero”, con la magia que solo Luis Marinoni sabe impregnarles, iniciaron una gala que cautivó a grandes y chicos.Y, porque “la moda solo se puede vivir desde la cultura”, toda la colección “Otoño-Invierno” de Quimera se desplegó por la pasarela. Marrón, azul, verde, gris, rojo. Camisas con cuadros grandes y pantalones chupín para ellos; chalecos, camisolas y enteritos para ellas, algunas de las opciones que se barajaron.Botas y borcegos, muchos flecos, zapatillas y zapatos con plataformas; buzos con capuchos, camperas de jeans con tachas y tapados con cuellos finamente vestidos en pieles sintéticas completaron el atuendo.Siempre atentos a que “la moda se adapta a vos”, la pasarela se engalanó también de coral y negro, con pantalones palazo, vestidos muy cortos y más largos, con encajes y espaldas descubiertas porque, después de todo, el invierno misionero siempre da treguas. El grupo vocal “La Confusa”, dirigido por Nicolás Albornoz, le puso ritmo al break, con bellísimas interpretaciones a capela, que concluyeron con una hermosa versión de “Un vestido y un amor”, de Fito Páez.La combinación perfecta de inocencia y picardía de dos pequeñas volvió al público a poner su atención en la moda, en el segundo tramo del desfile, ahora con el glamour que cualquier encuentro de gala merece.Esmoquin y trajes con pantalones ajustados para hombres elegantes; y para que las mujeres de todas las edades encuentren una alternativa, se lucieron vestidos con encajes, irregulares, con capas, con mucho vuelo o ajustados.Dos horas pasaron y el ballet del Centro del Conocimiento le puso fin a la noche con “Nación de los héroes” e, inmediatamente, Pamela Ayala interpretó, enmarcada en una cuidada coreografía, “quiero en mi tumba una escritura en guaraní”.Finalmente, tras el paso de todas las modelos y de meses de trabajo, de planificar, de armar y desarmar para volver a empezar, las luces se apagaron y la noche quedó y quedará en el recuerdo, hasta que Juan Manuel Romero haga público un nuevo proyecto e invite a soñar un próximo desfile.Fotos: Gentileza G.Spaciuk
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