Este domingo dedicado al Buen Pastor expresa el amor universal de Cristo hacia los hombres. Ellos le pertenecen como las ovejas al pastor, los guarda celosamente y es para ellos fuente de vida y de salvación: “Yo les doy la vida eterna y no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mis manos” (Jn.10, 28). Privilegio enorme que exige a los hombres oír su voz y seguirlo. Oye la voz de Jesús quien acepta el Evangelio y descubre su verdadero significado. Oye la voz de Jesús quien escucha la voz de la Iglesia -del Papa, de los obispos, de sus superiores- y obedece. Oye la voz de Jesús quien atiende la voz de su conciencia y de las inspiraciones internas. Es decir que cuando el hombre escucha todas estas voces y las traduce con sinceridad y fidelidad en su vida, sigue verdaderamente al Señor.El pertenecer al rebaño del Señor no es un privilegio de pocos, sino un don que se ofrece a todos los que quieran aceptarlo. El Buen Pastor -Cristo- que ha dado su vida por todos, no excluye a nadie. Es el hombre quien se excluye a sí mismo cuando no acepta el mensaje de la salvación. Quien no escucha la voz de Jesús se juzga indigno de tal mensaje y por lo tanto de la vida eterna que trae el Señor. En estos casos los creyentes deben tender las manos a sus hermanos incrédulos, reacios o fugitivos de Dios e invitarlos a entrar en el redil del Buen Pastor porque el redil del Señor es un espacio abierto a todos los que quieran entrar en él. Su puerta es ancha e invitadora, como lo es Cristo que ha querido llamarse “la puerta de las ovejas” (Jn.10, 7). Quien acepta pasar por esta puerta será siempre bien recibido y encontrará la salvación. Esta es también la actitud de la Iglesia que expresa su carácter universal: sus puertas están abiertas a todos los hombres de buena voluntad y esta es la base de su fecundidad.La segunda lectura nos muestra la universalidad y la fecundidad de la Iglesia: “una muchedumbre grande que nadie podía contar, de toda nación, tribu o pueblo y lengua” (Ap.7, 9) rinde culto día y noche a Dios en el cielo. En esta visión de San Juan aparece Jesús bajo la figura del “Cordero-Pastor” que con su sangre ha lavado y emblanquecido las vestiduras de sus elegidos. Entonces “los que vinieron de la gran tribulación” es decir, de los trabajos por conservar y defender la fe en medio de los sufrimientos de la vida terrena, ya no sufrirán más, porque el Cordero los apacentará y los guiará a las fuentes de las aguas de vida. Esta es la vida eterna que el Pastor promete a sus ovejas. Allá no habrá ni llanto, ni lágrimas, ni penas, ni dolor. Solamente habrá visión, amor y deleite de Dios.En este día la Iglesia ora por las vocaciones sacerdotales y religiosas “porque la mies es grande y los trabajadores son pocos”. Es necesario que las familias cristianas se hagan eco de este llamado, rezando por las vocaciones y hablándoles a sus hijos de la misma. Las vocaciones surgen siempre del seno de una familia, del aliento y amor de sus padres por el ministerio sacerdotal o la vida religiosa. Cristo está constantemente llamando porque necesita pastores para su Iglesia. Es necesario oír su voz, abrir el corazón y lanzarse a esta aventura evangélica. Que la Virgen Madre del Buen Pastor nos acompañe siempre a lo largo de esta vida y nos ayude a conseguir la vida eterna.
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