Señora Directora: Trabajar menos para vivir más. El 1 de mayo se conmemora en muchos países el "Día Internacional del Trabajador". Fue en Chicago (EEUU) donde sucedieron los hechos que derivaron en la creación del Día del Trabajador. En 1884, la Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá convocó a los trabajadores a reclamar por una jornada laboral de ocho horas. El lema, que se repitió también en otros países, era: "Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa". En esa época era usual que la jornada laboral fuera de 12 y 16 horas diarias, incluso podía llegar hasta las 18 horas. En Suecia una institución, Svartedalens, fue seleccionada para participar en un experimento sobre el futuro del entorno laboral. En lo que constituye un intento de mejorar el bienestar de los trabajadores, se aprobó una jornada laboral de seis horas sin reducción de salario. En apenas una semana, uno de los trabajadores desbordaba energía y los internos afirmaban que la calidad de los cuidados era mayor. “Lo mejor es que todos somos más felices”, dijo, que es padre soltero; “Y un trabajador feliz trabaja mejor”. El estrés laboral tiene un costo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que hasta un 3% del Producto Interno Bruto (PIB) de las naciones se pierde por esa causa y todo lo que conlleva: menor productividad, más ausentismo, trabajadores que rinden menos… Además serviría como parte del plan para distribuir las riquezas y vivir en un mundo más justo.
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