¿Qué misteriosa fuerza puede lograr que medio centenar de personas se sientan hermanadas pese a no ser parientes y peor, no haberse visto en los últimos treinta años? El pasado 14 de abril, los ex alumnos de la promoción 1987 de la Escuela Normal N2 de Montecarlo pudieron juntarse para un ritual que ya es tradición entre los excompañeros de distintas etapas de la vida estudiantil, pero que sigue sin develar el por qué de los sentimientos y emociones que generan estos reencuentros.En el caso de los “chicos y chicas” de la Promo 87 que se juntaron en el salón del Cuartel de Bomberos ubicado en el idílico parque Vortisch, la expectativa por volver a verse se potenció gracias a la tecnología. Pese a estar literalmente desparramados por el mundo, con sus vidas hechas y la realidad de cualquier adulto de 47 años, casi todos estaban más o menos conectados por Facebook. Un mes antes conformaron un grupo de whatsapp que terminó de condimentar emocionalmente este particular momento de la vida: no solo volvieron atrás en el tiempo para recordar cientos de anécdotas de los años compartidos en la adolescencia; también se pusieron al tanto sobre sus realidades, sus afectos, sus logros, sus pérdidas, sus ilusiones y sus miedos. La empatía generada a partir de un pasado en común transmutó en vínculo actual, real y valioso.La idea surgió de Andy Semle, una de las “compas”, que le puso un enorme compromiso personal al encuentro. Muchos de los que llegaron a la ciudad de las orquídeas lo hicieron tras largas horas de colectivo desde distintas provincias argentinas: Córdoba, Santa Fé, Buenos Aires… otros decidieron compartir el viaje en coche; y desde el extranjero, los que emigraron a Alemania, Suiza o Dinamarca siguieron todas las instancias por whatsapp. El grupo sigue activo, extendiendo en el tiempo del humor y las emociones. Mientras esperan ansiosos la próxima “juntada” avanzarán en algunas tareas solidarias en las escuelas donde trabajan excompañeros que son docentes y que le ponen el hombro a la educación en entornos de gran necesidad. Y quién sabe qué más surja de este particular vínculo que tan bien describió la sabia prosa de Violeta Parra: “Lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más claro proceder, ni el más ancho pensamiento. Todo lo cambia el momento cual mago condescendiente, nos aleja dulcemente de rencores y violencia: solo el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes”.ColaboraMónica SantosPeriodista. [email protected]
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