La compra de unas 15 mil viviendas de madera a China que promueve la Nación no tiene relevancia en relación a la gran demanda insatisfecha que existe en el país en este rubro, que rondaría los 3 millones de casas, expresó la semana pasada, en una reunión de madereros del Alto Paraná misionero, un referente del sector. Ciertamente, como argumentó el dirigente maderero, la cantidad es menor pero no así el gesto y la visión política que traduce. Detrás de la inversión asoma una perversa concepción del rol del Estado en la economía, ya que se opta por abrir canales que casi pueden calificarse de insólitos para la importación a sabiendas de que con ello se perjudica a una industria en crisis y, además, a toda una región. El Gobierno nacional no puede ignorar la crítica situación por la que está atravesando la industria maderera que se ha visto fuertemente golpeada por la caída de la demanda externa desde hace varios años. Actualmente, además, bien se puede decir que el sector está tocando fondo a causa de las políticas del nuevo gobierno. Esta realidad fue planteada con crudeza en la reunión citada, ante un grupo de legisladores de Cambiemos, que poco y nada tuvieron para decir ante el panorama de virtual paralización de las actividades. Es que, tanto las exportaciones como las ventas al mercado interno, están paradas por una sostenida caída de la demanda que refleja, entre otras causas internas y externas; los efectos negativos de la política cambiaria y el retroceso de la construcción en el país. No es un dato menor que los voceros del sector empresario y del gremio se hayan unido en un mismo reclamo, pidiendo la intervención del Gobierno nacional en defensa de una industria. En la oportunidad, se dijo que por el dólar planchado, los costos no cierran y de las 30 o 40 empresas que exportaban hoy lo hacen “unas tres o cuatro”. También hubo advertencias sobre los despidos y reducciones horarias que se producen por la crisis. Es de esperar que, finalmente, sean escuchados.
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