Investigadores de la FCEQyN (nodo Posadas del Instituto de Biología Subtropical -IBS, Conicet-Unam); del Museo de La Plata, Cepave, Conicet-UNLP y de la Universidad de São Paulo (Brasil), publicaron recientemente en la prestigiosa revista PLoS ONE un estudio que aporta importantes informaciones genéticas sobre características presentes en las especies de insectos conocidos como tucuras, considerados plaga de gran importancia en nuestro país. El trabajo fue financiado parcialmente por el Conicet, institución del Ministerio de Ciencias de la Nación y fondos internacionales para el proyecto que incluyó analizar muestras internacionales, que incluían material de Argentina, Paraguay y Brasil.Las especies de tucuras en cuestión son conocidas como miembros del género Dichroplus uno de los grupos más diversificados de acridios sudamericanos. El género cuenta, entre sus integrantes, a cuatro de las especies de tucuras que mayores daños ocasionan a la agricultura en nuestro país (e.g. Dichroplus elongatus, Dichroplus maculipennis, Dichroplus vittatus y Dichroplus pratensis).En las últimas décadas ha crecido de manera considerable el número de plagas que habita la Argentina, y son aquellas que afectan la producción del agro. El esfuerzo de los investigadores en aportar nuevos conocimientos sobre estos insectos no es casual: en años recientes, se observó un recrudecimiento del impacto negativo que ellas producen en pasturas naturales e implantadas y en diversos cultivos (maíz, soja, girasol, caña de azúcar y olivos, entre otros).Asimismo, más allá de su importancia económica, el género plantea una problemática interesante desde varios aspectos relacionados a la taxonomía (describir y definir cuantas especies existen), la filogenia (como estas especies se relacionan evolutivamente entre ellas) y la citogenética (características fundamentales de su información hereditaria). Específicamente, nuestro trabajo se concentra en tratar de dilucidar las relaciones filogenéticas de las especies del grupo Dichroplus elongatus, las cuales no habían sido exploradas hasta el presente.Actualmente, la revista PLoS ONE es una de las más importantes en la comunidad científica mundial, tanto por su criterio académico así como también al asegurar que cualquier persona pueda tener acceso al artículo científico una vez que ha sido aprobado para publicación. Los resultados presentados proveen información relevante acerca de la evolución de las especies, lo cual deja abierta una puerta para futuros estudios referidos a su dinámica evolutiva y potencialmente a diversas aplicaciones en el control de plagas.Finalmente, se demuestra el valor social del establecimiento de unidades ejecutoras de Conicet en la Provincia de Misiones, donde se desarrollen diversas líneas de investigación con la finalidad de conocer más y mejor la biodiversidad y los organismos y sistemas que la componen, incluyendo otras regiones y colaboración con países limítrofes, siempre pensando en soluciones a las necesidades locales.Cómo controlar la plaga de veranoEstos insectos atacan las hojas de pasturas y cultivos de grano, en los mallines y valles bajo riego de la Patagonia. Especialistas del Inta sugieren la adopción temprana de técnicas de manejo para evitar el avance de la plaga.“Es fundamental estar asesorados y conocer la biología de las tucuras para evaluar si es necesario aplicar o no algún plan de manejo y de qué manera llevarlo a cabo”, explicó Valeria Fernández Arhex, especialista del Inta Bariloche e investigadora del Conicet.Según especificó, en el país existen 203 especies de tucuras y langostas distribuidas por la mayoría de las provincias, de las cuales 14 podrían generar daños de relevancia económica. Entre las más dañinas, se destacan las especies Dichroplus maculipennis (de alas manchadas) y D. elongatus, ya que no sólo atacan gramíneas sino también leguminosas y cultivos.Una especie de tucura constituye una plaga cuando registra una densidad de entre 6 y 10 insectos por metro cuadrado. La cantidad de individuos por metro cuadrado determina el umbral de intervención –aplicación de algún método de control– que, para las pasturas naturales, es de 8 a 10 tucuras por metro cuadrado y, en el caso de los cultivos, ese número se reduce a 6.“Estas densidades de tucuras pueden generar importantes pérdidas en pasturas y/o cultivos y ocasionar, por ejemplo, el deterioro de las hojas tiernas y de los brotes hasta impedir su rebrote y provocar su muerte”, señaló. Además, aseguró que la actividad de estos insectos podía afectar la ganadería, ya que compiten por el alimento y, más aún, durante épocas de escasez de pastos.La presencia de las tucuras en los mallines se prolonga desde octubre-noviembre, momento en que eclosionan los huevos depositados por las hembras durante la temporada anterior, hasta finalizar el verano (marzo-abril). “Si bien no todas las especies entierran los huevos, la mayoría sí lo hace y suelen esconderlos en los bordes de los mallines o cerca de los alambrados”, agregó.Fernández Arhex aconsejó revisar los mallines durante el invierno en busca de los huevos, acción que facilita la detección de los focos de ninfas en primavera. “Ese es el mejor momento para localizarlas y controlarlas, ya que, al tener poco desarrolladas las patas para el salto y carecer de alas, no se alejan demasiado de la zona de nacimiento”, observó. Se recomienda combatir los focos ninfales con los insecticidas autorizados por Senasa a través de pulverizaciones localizadas.De igual modo, la especialista sugirió dejar que algunos depredadores como las aves insectívoras (pavos, gallinas y aves rapaces) que se encuentren en la región permanezcan en los mallines, debido a que actúan como agentes de control biológico. Cabe aclarar que las aves deben ser apartadas de los mallines durante la aplicación de los insecticidas.En las siguientes dos y tres semanas se denominan “saltonas” y “voladoras”. En estas etapas, se aconseja el empleo de un cebo tóxico compuesto por un atrayente alimenticio como el afrechillo de trigo e insecticida. “Dejar el control para cuando los insectos vuelan es tarde, porque, al ser adultas, no sólo consumieron parte del mallín, sino que pusieron los huevos”, advierte.
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