Señora Directora: Recuerdo cuando vivíamos en Mar del Plata que al final de la temporada estival, entrando marzo, se producía algún suicidio que nos golpeaba y mucho, y los especialistas que entendían en el tema trataban de explicar los motivos más comunes por semejante determinación. Se hacía hincapié en la soledad en la que quedaban aquellos que buscaban precisamente un lugar de veraneo con mucha gente para sentirse acompañados, sabiendo que al no tener contención por parte de los propios, serían los extraños quienes darían abrigo a sus afectos.Para los habitantes permanentes de “la feliz” era sabido que el título que alguna vez se le dio a la perla del Atlántico, no coincidía con la realidad pues eran solamente dos meses y un poco más de “barullo” por las calles y después volvíamos a esa vida pueblerina a la que estábamos acostumbrados y nos gustaba mucho.El tiempo pasó y aquello que solo era conocido por nosotros porque no trascendía las fronteras del balneario, se fue convirtiendo en un peligroso anuncio de que algo estaba sucediendo más allá, en las provincias argentinas y en especial la zona del noroeste y la Patagonia con un dolor más profundo al tratarse de niños y adolescentes.Ya en 2003 en la República Argentina se suicidaron 818 adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años (con una proporción de 3,6 varones por cada mujer); eso significa una tasa de 19,6 varones adolescentes y jóvenes que mueren por suicidio por cada 100.000 habitantes varones de la misma edad (superando por más de 5 puntos por cien mil la tasa de varones de todas las edades, que es de 15,1 por cien mil).Para quienes somos apenas observadores de este drama, es difícil encontrar alguna explicación, ya que si partimos de la base de una contención por parte de las familias hacia esos niños y adolescentes que toman la drástica medida, en muchos casos podemos ver que se trata de niños y jóvenes con sus necesidades satisfechas y estándar de vida más que aceptables para esta situación actual de país.La justicia investigó una serie de suicidios en 2010 en la ciudad salteña de Rosario de la Frontera, con apenas 30.000 habitantes y comprobó en aquel momento que las muertes habían ocurrido en solo dos meses, agravándose la situación con el intento de suicidio de al menos 12 adolescentes. Según las investigaciones, todo se enmarca en un misterio, dudas y asombro aún para los entendidos y se maneja la hipótesis de que el causante de todo fue un juego difundido por Internet llamado el “Shocking Game” que consiste en pedir deseos y hacer nudos en una corbata o tela de color azul. Si la persona se deja caer con esta cinta en el cuello y los nudos se desatan, los deseos se cumplen.Adolescentes que murieron ese año fueron hallados ahorcados con objetos de este tipo (tres con corbatas y uno con una bufanda). Obviamente que no todos los casos estarán relacionados con un juego y en medio del dolor aparecerán temas como un embarazo no deseado en las niñas o un joven desplazado del ambiente que frecuentaba con sus pares, su sexualidad, el cruel bullying escolar o en el propio círculo de conocidos, pero además está comprobado y reconocido por especialistas que existe un alto porcentaje de falta de contención en los niños y jóvenes que llegan a esta situación.En Argentina, el suicidio es la tercera causa de muerte de chicos y chicas entre 5 y los 24 años de edad, superando las muertes por agresiones en más de un 40%. El problema es más grave cuando consideramos que la morbilidad por intento de suicidio supera ampliamente estos porcentajes.Ahora bien, si todas estas cifras están debidamente documentadas por especialistas de entes gubernamentales que por lógica están obligados a luchar contra este flagelo y las muertes se siguen sucediendo, de nada sirve que vayamos detrás del problema para ver como lo resolvemos. Los niños y jóvenes que llegan a ese estado emocional algo nos están queriendo decir y no los escuchamos o no entendemos su mensaje, pero lo cierto es que se nos van de las manos cada vez en mayor cantidad, dejando familias destrozadas, angustia y dolor sin alguna explicación lógica que permita comprender el motivo de estas partidas abruptas de sus jóvenes vidas. El caso de los Ni-Ni no siempre se puede justificar en la falta de trabajo o abandono de la escolaridad. Existen muchos adolescentes y jóvenes que abandonan la vida social porque encuentran rechazo hacia su persona aunque no exista tal caso. Es muy común por estos días, encontrar a los jóvenes de ambos sexos, en lugares solitarios con la mirada perdida como si estuvieran buscando en el horizonte, una salida a su deprimido estado emocional.No alcanza con ser un padre bueno, no siempre el dinero cubre las necesidades en la edad de las crisis juveniles. Crisis significa “cambio” y muchas veces los padres no acompañan en esa instancia a sus hijos, escuchando, apoyando o por lo menos dando ejemplos que puedan ser imitados. La inmadurez en muchos padres que visten e imitan las costumbres de sus hijos varones, la competencia de algunas madres con sus hijas, luciendo vestimentas que en la práctica lucen sus hijas o el vocabulario utilizado, hacen que los hijos no vean en sus padres a los verdaderos progenitores sino a un par, a quien no le pueden confiar sus verdaderos dramas, porque en la adolescencia los problemas se convierten en eso, al no encontrar soluciones. Los profesionales osicólogos son una vía de escape alternativa, pero no la solución de fondo cuando un problema se hace carne en la juventud. Es difícil que un niño feliz, sea un joven fracasado.
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