El organismo internacional recortó a su vez las estimaciones de crecimiento de la economía local, que ubicó dentro de la órbita del 2.2%, y no del 3.5% que presupuestó el gobierno.De esta forma, el FMI se despega del discurso oficial y en cambio le da la razón, por ejemplo, a los gremios docentes bonaerenses que no le reconocen legitimidad al empecinamiento del gobierno por poner un techo de 18% a las paritarias; una meta que, -además del FMI- la realidad de la economía de todos los días se encarga de rebatir.La perspectiva del organismo multilateral se acerca, además, a los análisis de consultores no gubernamentales, y encuentra sustento en las últimas mediciones mensuales del Indec; pese a lo cual, tanto el Gobierno nacional como el BCRA persisten en sus optimistas proyecciones. En este marco, el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, generó polémicas el martes último cuando subió la tasa de política monetaria hasta un nivel de 26,25% anual, “evidenciando su preocupación por los índices inflacionarios”, y al mismo tiempo ratificó la pauta inflacionaria para este año de no más de 17%. El paradójico titular del BCRA se defendió reiterando la necesidad de bajar los índices de precios pero no consiguió con ello calmar las críticas, que asoman hasta en el propio Gobierno nacional, ni explicar porqué, en la pelea contra la inflación parece revivir un desafortunado diagnóstico del pasado: “Estamos mal pero vamos bien”. Es que cada vez hay más dudas sobre la pregonada estrategia oficial de dar por ganada la batalla contra la inflación con la única credencial de un inconmovible voluntarismo, que no encuentra asidero en los números y esconde un elevado costo social y económico.
Discussion about this post