Señora Directora: ¿Por qué crucificaron a Jesús? Prefirieron su interpretación de la realidad a la verdad, porque juzgaron desde una posición de poder. Jesús dijo: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolirla, sino para darle su forma definitiva”. A Jesús no lo mataron los soldados, ni los que explotaban prostitutas, ni los dueños de las tabernas, a Jesús lo mató la autoridad. Con lo que enseñaba ponía en cuestión las costumbres y normas vigentes. No supieron ni quisieron comprenderlo; pues hacía temblar el statu quo. Prefirieron juzgarlo; condenar es fácil, entender es lo difícil. Cuando juzguen no se guíen por las apariencias sino por lo que es justo decía el maestro. Jesús curó a un paralítico de nacimiento. No le dijo toma tu camilla y anda, le dijo tus pecados te quedan perdonados. ¿Quién podía perdonar los pecados sino sólo Dios? Prefirieron ver que el sábado era profanado, que el paralítico era curado. Dijo la casa de Dios será casa de oración y no cueva de ladrones; pateó la mesa de los cambistas, cuestionó la usura con la que muchos sacaban grandes ventajas… A los grandes acreedores les enseñó a perdonar las deudas, a devolver lo que han cobrado de mas. Les recriminó: pobre de ustedes los ricos, no se puede querer a Dios y al dinero al mismo tiempo, no son sus riquezas las que le dan vida. Dijo que no es el alimento lo que hace impuro al hombre, sino lo que sale del hombre. A los que se golpeaban el pecho rezando para sentirse una casta mejor, les decía que Dios no es Dios de los muertos, sino Dios de los vivos; que serán juzgados por la misericordia y no por los sacrificios. “Tuve hambre y me diste de comer, estaba enfermo o preso y me visitaste”; que el prójimo es el que está marginado e incluso puede ser tu enemigo. Muchas veces se interpreta la realidad con los ojos de los que detentan la autoridad más de a lo que es justo y bueno; es la autoridad la que los define y denota, la que es susceptible de errar, y es la verdad la que debe salir a la luz, pero solo puede haber luz en donde hay paz. Por suerte Jesús tenía una gran capacidad para transmitir ideas. Resumió todo su mensaje en ama a Dios sobre toda las cosas y a tu prójimo como a ti mismo, y sentenció, ahí está toda la ley y todos los profetas. A Jesús lo mataron los “buenos” en nombre del derecho y la justicia; los religiosos y moralistas, en nombre de Dios, del orden y progreso del imperio; y fue tanto la autoridad romana como la judía por entender que Jesús ponía en peligro el orden del momento, las relaciones de poder. Pero también el pueblo fue cómplice; prefirió mantener la seguridad antes que cuestionar la autoridad. Gritó: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!, olvidando la multiplicación de los panes y el ardor del corazón. El ser humano necesita entender lo que pasa, clasificarlo, ordenarlo, controlarlo, dominarlo. Cuando aparece una figura que cuestiona dicho ordenamiento, injusto casi siempre, se tiene miedo a perder lo obtenido; se lo presenta como insurgente, peligroso, y muchas veces los que detentan el poder prefieren sacárselo de encima a sentirse jaqueados y perder las prerrogativas. La Pascua es el paso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida, de la falsedad a la verdad… La más larga caminata comienza con un paso.
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