Las inundaciones en diversos puntos del país, que ayer habían llevado a que se reportaran más de 6.000 evacuados y daños de consideración en localidades tanto del sur como del norte del país, van en aumento y hay zonas en que se viven días de extremo dramatismo, como en Comodoro Rivadavia, prácticamente colapsada por el temporal. La provincia de Salta, una de las más afectadas, junto a Catamarca, La Pampa y Tucumán, declaró la “emergencia hídrica, social y sanitaria”, luego de que el viernes se tuviera que evacuar a más de 800 persona por las lluvias constantes. La declaración resume los tres aspectos centrales en la consideración de la emergencia, ya que las intensas lluvias golpean con mayor dureza, en general, a las poblaciones de menores recursos, con infraestructuras menos preparadas para resistir el temporal y mayor vulnerabilidad a las consecuencias sanitarias.El impacto sanitario no es un tema menor, ya que cuando las inundaciones desbordan los cauces normales, como en el Perú, donde desde enero las lluvias dejaron un saldo de 78 muertes y más de 100.000 damnificados; tras la retirada de las aguas, el problema sanitario adquiere proporciones dramáticas. En estos días, la principal preocupación de las autoridades peruanas es la propagación de enfermedades vectoriales a partir de reservorios de agua estancada, en especial del dengue; endémico en la región. Es importante tomar nota de estas situaciones extremas y reflexionar sobre ellas para desarrollar políticas, y actitudes que permitan acotar los riesgos de llegar a las situaciones límite que hoy se viven en tantas provincias. Aunque la prioridad en estos momentos es la solidaridad con los damnificados;?no es menos prioritario tomar conciencia de las causas profundas de estos fenómenos climáticos. El cambio climático, y en particular la deforestación indiscriminada de nuestros bosques, conviene recordarlo aquí y ahora, son el factor causal de última instancia de estos desbordes de creciente intensidad y poder de destrucción.
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