Señora Directora: El cambio de gobierno en el plano nacional a fines de 2015, no solo implicó el cambio de nombres y de color partidario en el Poder Ejecutivo. Significó además, la imposición de un modelo socioeconómico muy alejado del que llevaba a la práctica la anterior administración. El virtual destierro de una economía más equitativa, basada en una mayor participación de las pequeñas y medianas empresas en lo productivo para inyectar dinamismo al mercado interno, es por demás evidente. Este giro hacia un modelo de concentración de las riquezas y el debilitamiento del consumo, sobre todo de los productos nacionales, ha dejado con menos recursos a los gobiernos provinciales, y sin demasiadas opciones para conseguirlos.Hasta hace poco más de un año, en Misiones la Renovación apostaba fuertemente al progresismo, y le ha ido muy bien en las diferentes disputas electorales. El acompañamiento mayoritario del pueblo misionero, no ha sido porque sus dirigentes eran más simpáticos que los de sus circunstanciales contendientes. Los resultados que dejaban las urnas se debían fundamentalmente a que, en la tierra colorada, veíamos como tomaba cuerpo lo que se conoce como desarrollo económico. Más allá que en ese proceso evolutivo hayan existido algunas flaquezas, no podemos negar que los misioneros sentíamos en la piel, que estábamos dando pasos hacia adelante.Sorpresivamente ahora, el gobierno de la Renovación se ha convertido en uno de los principales aliados del gobierno nacional, dándole más poder para que imponga sus políticas económicas. Probablemente las autoridades locales se hayan inclinado por esa salida, debido a las pocas opciones que han dejado las medidas llevadas a la práctica por la Nación. Se puede entender que ante la recesión que nos afecta, y que también se refleja en la caída de ingresos en las arcas del Estado, se busque asegurar algún dinero nacional para atenuar ese déficit. Sin embargo, esta ha sido una decisión equivocada porque, el mayor poder que Misiones le da al Ejecutivo Nacional (al igual que otras provincias no afines), le está facilitando las cosas para que imponga recetas que solo conducen al empobrecimiento de la República. El modelo de concentración económica, de restricción del consumo, y de fronteras abiertas que han implantado en nuestro territorio, día a día destruyen al pequeño y mediano capital, el valor del salario, y otros componente de la economía. Es un mal que devora ala iniciativa privada. Es decir, de quienes se revientan el lomo para hacer una modesta inversión, y que sueñan con que también a ellos el progreso les abra sus brazos. Cuando pienso en esos compatriotas que no miden el sacrificio para llegar a una meta, entonces no puedo aceptar que digan que en Argentina se debe recuperar la cultura del trabajo. Por el contrario, aquí debemos proteger y reconocer a los que hacen honor al mismo. Sabemos que siempre existirá una minoría que le quedaría bien el concepto de “vagos”. Pero por éstos no podemos descalificar a los millones que se levantan todos los días a seguir construyendo lo suyo, valiéndose del fruto de su trabajo. Califiquemos a la Argentina en función de esa inmensa mayoría, y las medidas que tomen los gobiernos sean para que ayuden a ese progreso, y no para que se achiquen o desaparezcan. Por eso, es bueno detenerse por un instante y tratar de entender a aquellos que laboriosamente se hicieron de un pequeño o mediano capital, y hoy ven que parte de ese sacrificio se les escapa de las manos. Y todo, por la acción de un gobierno central que parece no interesarle demasiado esta franja de la vida económica nacional.En virtud de esto es que digo que la Renovación juega con fuego. Porque cuando a una parte importante del pueblo se le achica demasiado el bolsillo, indefectiblemente terminan manifestando sus broncas en las urnas, inclinándose por otras opciones.
Discussion about this post