El imperio ruso decidió vender 1.518.800 kilómetros cuadrados de tierra en América del Norte debido a que se encontraba en una complicada situación financiera, y temía la pérdida de esos territorios sin ninguna compensación en algún conflicto futuro, probablemente con sus rivales británicos. Por lo tanto, el emperador Alejandro II decidió vender el territorio a los Estados Unidos. Las negociaciones concluyeron a las cuatro de la madrugada del 30 de marzo. La opinión pública estadounidense fue positiva a la compra en general, aunque algunos columnistas y editores de diarios se mostraron contrarios a la compra de tierras. El Senado de los Estados Unidos ratificó el tratado el 9 de abril de 1867, con un total de 37 votos a favor y dos en contra. Sin embargo, la asignación del dinero necesario para la compra se demoró más de un año debido a la oposición de la Cámara de Representantes. Esta aprobó finalmente la asignación en julio de 1868 (113 votos a favor y 48 en contra). Según estimaciones de la época, Alaska estaba habitada por unos 2.500 rusos y de razas mixtas, 8.000 aborígenes y posiblemente 50.000 esquimales y americanos nativos fuera de su jurisdicción.
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