Uno de los grandes problemas sociales en la Argentina -que sigue sin resolverse gobierno tras gobierno- es el gran déficit habitacional. La demanda de la vivienda propia para los sectores de medianos y bajos recursos económicos va creciendo, existiendo muchas familias que tampoco pueden acceder siquiera a un alquiler de una casa.Hubo decisiones gubernamentales que terminaron en pesadilla para los argentinos que buscaron en el sistema financiero, una oportunidad para pasar a tener el “techo propio”. Muchos de ustedes recordaran, al igual que yo, la aplicación de la denominada “1.050”, una circular de 1.980 emitida por el Banco Central argentino, cuando José Martínez de Hoz era Ministro de Economía. La misma actualizó el capital más las tasas de interés por la inflación, dejando a miles de familias, pymes y micro empresas en la ruina. Deudores que terminaron en remates judiciales o mal vendiendo los bienes adquiridos con dichos créditos y que aun rematando, no pudieron siquiera saldar el préstamo obtenido. Perdiéndolo todo.Basta con ver simplemente lo sucedido desde el retorno de la democracia (entre 1983 y 2017 han pasado 34 años) para recordar lo que ha perjudicado la inflación a los asalariados. La hiperinflación de Alfonsín; la decadencia del 1-1 de Menem; la crisis de la Alianza de De la Rúa en 2001; la inflación trucha del Indec kirchnerista en las gestiones de 2007 en adelante; y la más reciente inflación de casi un 50% de Macri en 2016. No hay década de los últimos 8 presidentes que haya pasado este lapso de tiempo (contando los 3 fugaces entre De la Rúa y Duhalde y sin contar las reelecciones de Menem y CFK) sin que la inflación no complique la economía del país. Volvamos a la propuesta de Macri: si se elige el préstamo a 20 años deberán pasar por lo menos 5 presidentes; si se hace por 30 años serán entre 7 y 8 los mandatarios con sus políticas económicas fluctuantes que determinarán la cotización de las cuotas de los planes hipotecarios.¿Ya lo pensó? El “beneficiario” del Procrear quedará atado a un crédito millonario con la banca privada según el peso de la inflación en un país lleno de inseguridad con varios presidentes por venir.El gobierno de Macri, conocedor del marketing, presenta al Procrear como “la revolución del crédito hipotecario”, pero ¿a qué costo para los trabajadores que firmarán? En verdad es eso: un crédito hipotecario del que se expone apenas una parte de la información y no la proyección de un acuerdo financiero a dos o tres décadas de plazo. Con un Estado que no garantiza el control de la inflación (hasta ahora ningún funcionario ha demostrado tener -en la libre oferta y demanda de nuestra economía- la capacidad de poder manejar la inflación por varios años consecutivos sin mentir, sin tener que pagar los altos costos de esas mentiras). ¿Y el Gobierno va a fomentar que miles de familias dependan de la incapacidad de la política económica y paguen las consecuencias?El Procrear no es un plan social. El Estado no da soluciones habitacionales prestando en forma directa los fondos, sino con intervención de los bancos privados. Facilita el negocio financiero en medio de una desesperante búsqueda de miles de argentinos por conseguir vivienda propia.No es un plan destinado al promedio de los asalariados, puesto que los requisitos para acceder a un valor considerable para construir (hay que tener un lote) o para comprar un inmueble nuevo o a estrenar, no son para quienes hoy necesitan una mano del Estado.La Nación debe articular una línea de crédito que facilite en menor tiempo y con menores costos, aprovechando los miles de millones juntados por el “blanqueo” empresario, para que los asalariados accedan a una vivienda digna. Esa acción gubernamental puede, incluso, funcionar en paralelo con una oferta crediticia privada para quienes quieran optar por ella, sabiendo los riesgos que asumen.No es el rol de la Nación conseguirle los clientes a la banca privada. El rol es intervenir para solucionar los problemas sociales al menor costo posible. Y hoy, con el Procrear, no se le está contando muchos de esos costos a los ilusionados ciudadanos que quieren llegar a una vivienda propia.
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