Así como el tiempo transcurre, se acrecienta el abandono del barrio Ñu Porá, donde la vida de los pobladores está librada a la “buena de Dios” porque -según ellos mismos lo aseguran- en más de un año y medio de haber asumido el nuevo equipo municipal, no hizo el mantenimiento de las calles que todavía son de tierra.“No pasó una máquina y somos nosotros los que tenemos que hacer las zanjas para no inundarnos porque no existen los cordones cuneta. No podemos, mínimamente, nivelar nuestras veredas”, confiaron. Tan crítica es la situación que en la intersección de las calles Tierra Roja y Mburucuyá, los frentistas “la cortan por momentos porque hay unos zanjones tremendos. Cada vez está peor. Y no hay un proyecto en el que podamos confiar que en dos años vamos a tener algo”. Teresa, una de las vecinas que junto a otras mujeres de la zona hizo una bandera de los reclamos, quejó, como lo hizo en reiteradas notas a PRIMERA EDICIÓN, sobre el pésimo servicio que el transporte urbano brinda al Ñu Porá, un barrio con un crecimiento demográfico extraordinario.“Para ir hasta el centro de Posadas podemos tardar hasta dos horas. No tenemos calles, solo trillos, y ningún colectivo entra al barrio. A nadie le importa. No hay señalización. Las paradas de los urbanos que estaban sobre la ruta 12 nos las sacaron hace unos cinco años y desde entonces el colectivo para donde le conviene”, lamentó.Y como la zona carece de alumbrado público, al salir de casa “siempre pensamos en organizarnos para no regresar de noche, calculando a qué hora oscurece, porque con lo mal que se viaja, ir a transferencia, esperar y esperar la tortuga de la línea 46, el tiempo se nos pasa”, señaló. Y aprovechó para recordar que la avenida Roth “es una vergüenza nacional. Tiene un empedrado espantoso sobre el que las unidades deben ir en primera, sin horarios, sin apuro”. Para atravesar la tan transitada ruta “nos largamos porque somos corajudos porque sabemos que es un peligro. Pero supongamos que hagan un puente aéreo, a determinada edad la gente ya no puede subirlos”. Como al fondo del Ñu Porá se ubica el barrio La Ripiera pidieron al Municipio que cubra las calles de ripio pero “nos dijeron que sobre esas canteras vive gente a la que le otorgaron espacios, y que no tienen de donde sacar. Trajeron otra tosca pero la colocaban sin trabajarla, deberían molerla y pasar el rodillo pero, dicen, tampoco tienen”.Teresa narró que por décadas “la gente espera que desde la Comuna hagan algo. Voy y le cuento al Intendente, y si bien ahora lo veo un poco más comprensivo, dice que no hay dinero, que no tienen máquinas. Hablo en nombre de todos los vecinos y a veces entiendo cuando no acompañan porque esta desidia desanima, cansa. Entiendo que vivan resignados”.Preocupación extraSobre Tierra Roja, los líquidos que se escurren de los aserraderos y las laminadoras instaladas en el lugar desde hace muchos años, ganan la calle y cuando llueve un poquito no se puede pasar ni de a pie. Son intransitables, manifestó otro vecino. Añadió que, a su entender, “esos residuos contienen productos químicos para el tratamiento de la madera por lo que la tierra y el agua ya están contaminados. Además, quienes vivimos más cerca de estos emprendimientos estamos respirando constantemente las partículas de aserrín, y ni hablar del humo que emana desde esos sitios. Hace algunos años nos dijeron que hay un predio destinado a estas empresas porque esta es una zona muy poblada para que sigan permaneciendo en este sitio”.Contaron quienes lo padecen que en muchas ocasiones la arteria está tapada en parte por las máquinas y por los troncos que sobresalen y “es como que nosotros estorbamos a los aserraderos, es como que pasamos por su patio cuando es una calle. Por ella deberían transitar los colectivos ya que las colectoras no se terminaron nunca”.
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