“Generalmente, los paisajes en los cuadros que pinto no existen, son todos producto de mi imaginación”, relata Juan Ostroñuk, quien se gana la vida primero como letrista y luego pintando casas, pero dos de las cualidades en las que siempre se destacó desde niño, en su San Pedro natal, fueron el dibujo y la pintura.Aunque Juan, nunca pudo seguir una carrera vinculada al arte o realizar cursos de pintura, el público y referentes de la cultura siempre admiraron sus trabajos, fue así que en 1998 una de sus obras ganó un concurso nacional de pintura. “En aquella oportunidad participé de una exposición a nivel nacional que se realizó en el Museo Juan Yaparí, y uno de mis cuadros fue elegido, justo el que representaba a las Araucarias de San Pedro”, recordó. El artista comentó que de joven siempre fue plasmando, de manera autodidacta, los paisajes de Misiones. “En la escuela primaria, siempre fui considerado el mejor dibujante, en una oportunidad los maestros resaltaron mis dibujos y luego, también en la secundaria”. Su pasión por pintar se concretó en 1991, cuando se dedicó a su pasión que era la pintura, pero sin descuidar sus otras responsabilidades cotidianas. “Hace 15 años que estoy en Posadas y suelo realizar exposiciones en la costanera. Para pintar uso distintas técnicas. Actualmente soy pintor de casas, no salgo del rubro, nada más es otra rama”, relacionó Ostroñuk, quien recibe algunos pedidos sobre otras temáticas que incluyen las olas y el mar o las figuras de leopardos, que no pertenecen al paisaje misionero. “Mi fuerte no es pintar animales, sino más bien soy paisajista”, aclaró. En este sentido, el pintor contó que participó de numerosos concursos de arte y que recorrió la provincia con sus cuadros. “Me encanta pintar, son momentos lindos que paso, recorrí la provincia y tuve la oportunidad de estar en la Fiesta de la Madera de San Vicente, en Eldorado y en Posadas”. “Hace 25 años que pinto, para mi es algo inspirador por el mismo paisaje misionero, que incluye la tierra roja y las tonalidades de verde de la selva”. “El arte no tiene precio”El artista reside en el barrio Itaembé Miní, donde tiene su pequeño taller, y cuenta con el apoyo de su familia, que lo acompaña para que concrete su sueño. “Esto es tener alma de pintor, porque me encanta, paso tiempo en lo que me gusta, es una cable a tierra. Hay gente que le gusta la pesca e invierte en ello: compra su caña y accesorios y pasa horas a lado del río, ese hombre está en su mundo, y creo que la pintura es algo así: que te pasa, que te nace crear. Suelo poner música y pinto, he vendido cuadros a grandes y chicos, muchas veces regalé, porque no se puede vivir de la pintura, por ahí llega un amigo y me dice ‘qué lindo que está tu cuadro’ y le digo que se lo lleve, porque el arte no tiene precio”. “En otra oportunidad vendí un cuadro a unos estadounidenses y me pagaron en moneda norteamericana, en otras ocasiones hay gente que no tiene mucho dinero y arreglamos un precio justo”, explica. Incluso, en una oportunidad, el pintor se encontró con un hombre que realizaba promociones de la provincia en Europa y quedó fascinado por un cuadro de más de un metro de alto de los Saltos del Moconá. “Quería llevarme a Alemania para que pinte el cuadro de los saltos en Alemania, me dijo: ‘Vos pintás eso en una plaza y a muchas personas les va a interesar’. Esas son la bellezas que tenemos en Misiones, ¿cómo no pintar eso?”, reflexionó el artista. Fotos: M.Colman
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