Más allá del bailarín, coreógrafo y director de la Academia Española de Danzas Indias Dancing Ganesh, Gustavo Corral Suárez, es “creer en los sueños” personificado. En 2003 partió de su Santiago del Estero natal rumbo a Barcelona, con treinta años se inició en la danza profesionalmente, hoy recorre el mundo llevando sus conocimientos, que lo trajeron por tercera vez a la capital misionera, invitado por el Ballet Misiones.En una charla íntima con PRIMERA EDICIÓN contó que “muchas veces pensamos que no podemos alcanzar nuestros sueños, nuestras metas, creo que todo se puede hacer si hay fuerza de voluntad, si uno tiene un plan de acción y nunca jamás es tarde para hacer nada, yo empecé a bailar profesionalmente a los treinta años, cuando uno supone que no vas a bailar más, me encanta enseñar, disfruto y me lleno muchísimo enseñando”.Y añadió que “uno puede alcanzar los sueños más allá de la edad que tenga, de la contextura física, por sobre todo depende de la manera de pensar; cuando uno sale del entorno, va a otros lugares, tiene experiencias con otras culturas su mente se abre, sus estructuras desaparecen y ahí es el momento de trazar un plan y saber que se puede hacer todo; la lección de mi vida es que no hay barreras, se puede conseguir, con trabajo, con sacrificio, todo lo que uno quiera hacer, nunca me hubiera imaginado viajar, estar en Inglaterra, Berlín, Alemania, Egipto, India, en abril me voy a México, estuve en Perú, en julio a Tailandia, prácticamente todo por trabajo”.Mensaje que solo logra comprenderse en su magnitud si se conoce su historia, que cuenta con la sencillez con que su tierra caracteriza a sus hijos, de la que partió “en noviembre de 2003, por una motivación personal, de profesión soy docente, trabajaba en una escuela de capacitación para adultos y quería un cambio en mi vida, dedicarme un poquito más a lo que siempre me había apasionado, en realidad quería ser profesor de Dibujo y Pintura; encontré un máster en reciclamiento de patrimonios culturales, en Barcelona, me interesó y decidí irme; mi familia es andaluza, de Ronda, Málaga, entonces tenía la posibilidad de obtener la nacionalidad”, recordó el bailarín.La danza lo buscóPero el talento está en sus genes y esa fue solamente su “motivación principal, no la danza, sino en el arte, porque como hobby pinto, es una desconexión para mí, mi abuelo español era escultor, cuando vino a Argentina, de pequeño, con siete u ocho años, llegó por Brasil, pasó a Argentina y se quedó en Santiago del Estero, que le recordaba a su pueblo, fue aprendiz de un escultor y formó su carrera allí. Se dice que Santiago es la cuna del folclore, si partimos de la base de danza que hay, todos, aunque no hayan estudiado, saben bailar una zamba, una chacarera, un escondido, porque está en la sangre del santiagueño, también hay mucha expresión cultural, escultura, a pintura, gracias a Dios eso se mantiene hasta el día de hoy, hay muchísimas escuelas de arte en la ciudad”, apuntó.E hizo hincapié en que “de pequeño me inculcaron mucho la música, cuando trabajo con mamás, las insto a que los niños estudien piano, flauta, solfeo, por ejemplo, porque desarrollan mucho el oído musical y en el futuro te ayuda para todo”.“Mi familia es de Ronda, último reducto árabe que abandonó España, parte de la familia de mi abuelo era morisca, quizá por eso siempre nos atrajo lo oriental, tengo dos hermanas que están casadas con árabes, siempre nos gustó el sonido, la cultura, la comida; y en Barcelona, viví en un barrio que se llama El Raval, una galaxia oriental, donde conviven paquistaníes, indios, gente de Marruecos; y se hacían festivales muy importantes en un teatro, donde se exponían diferentes danzas, muy open mind, yoga, artesanías, siempre me gustó la música y bailar, pero solo como pasatiempo, un día vi un espectáculo, me enamoré de la música, el sonido y, por sobre todo, que se bailaba en pareja, muy interactuado, con trajes muy vistosos, anoté el nombre de la academia y su directora y me dije algún día llamaré”, memoró.Mientras trabajaba en diseño gráfico se apuntó e inició las clases, “pero no como para decir voy a enseñar o me voy a dedicar a esto. Cuando llegó la famosa crisis española me quedé sin trabajo y la directora de la academia me sugirió ser profesor de bollywood y empecé, descubrí que la gente me seguía mucho, que gustaba el estilo que tenía para enseñar, la base docente que tengo es una ventaja, así, hace diez años empecé a bailar y no paré”, dijo Corral Suárez.“Gracias a la danza recorrí muchísimo, tengo mucho que agradecer a mi directora, de India, que en su momento me dio la oportunidad, me formó, me enseñó, fuimos a India, me hizo recorrer el país de arriba abajo, porque considero que para transmitir algo tienes que haber estado, compartido, aprendido, absorbido la energía del lugar, las costumbres, para luego recién transmitirlo”, sostuvo.Perfeccionamiento para lanzarse al éxitoTras instruirse empezó “a trabajar con grandes exponentes de la danza que, en su momento, así como a cuentagotas iban a España, porque ahora es un boom, pero antes no lo conocía nadie, volvía por mi cuenta a India cada año, para formarme en distintos estilos, participé en varios espectáculos y en mayo vuelvo por decimocuarta vez. Con la danza recorrí el mundo, el año pasado estuve en un espectáculo en el aniversario del Instituto Militar de Polonia, bailé en Italia, en La Toscana, en una boda; también en India, fue un orgullo, porque soy argentino – español y bailé en India, fue una de las experiencias más hermosas de mi vida”, reconoció el director.Sin dejar de lado a su país, por eso, “siempre que puedo vuelvo a Argentina, sobre todo al norte, noreste, porque todo se centraliza mucho en capital, también trabajé allí, pero la gente del interior está como abandonada, tiene que moverse mucho y a veces cuesta, entonces, como hijo del norte prefiero moverme yo”, enfatizó.“El desarraigo es tremendo, me fui con 29 años, tengo 44, el santiagueño es muy apegado, muy de las raíces, los argentinos que vivimos en el exterior conservamos el tomar mate, por ejemplo, los acentos, me costó mucho, tengo tres hermanas, ya no tengo a mis padres, fue muy difícil adaptarme a una nueva cultura, por más que se hable español, las cosas cambian muchísimo, sobre todo las formas de ser. Entrar en ese sistema me costó mucho, pero luego te adaptas, cuando tienes fuerza de voluntad y vas tras lo que quieres superas toda barrera, pero me adapté cuando vi que iba creciendo, que mi espíritu se iba nutriendo de muchas cosas que quería hacer y lograr, cuesta menos”, admitió.Y subrayó que su provincia lo dotó de una manera especial de ver las cosas, “crec&iacu
te; en una familia bastante estricta, con ciertos valores y visiones en la vida, pero lo que aporta el ser santiagueño es el relax, el tomarse tiempo para valorar la amistad, la familia, a la gente que aporta cosas a tu vida, dentro mío como santiagueño llevo el valorar lo que tengo alrededor, la forma de ser y de tratar a la gente, la cordialidad, algo que no voy a cambiar en mi vida”.
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