Flores de otoño que crecen bajo las nubes grises y una fría brisa se apodera del firmamento de sombríos atardeceres, éstos darán paso a una tenue llovizna que mojará aquel camino donde transitarán unos pasos cansinos y esas frías gotas que bajarán en silencio desde cielo y solas serán descubiertas cuando crucen la solitaria luz de alumbrado que montará guardia en una esquina. El otoño será testigo que esas hojas de Lapachos que se amontonan en el suelo para morir, en silencio como si fuera una prenda que cae para exhibir la desnudez de su cuerpo y que el frío lo abrace. El otoño crea esa sensación de una tarde gris, donde se respira la agonía de un caluroso sol que se volverá cada vez más frío e indiferente, pero en él, se despertarán las más hermosas flores, esas que son eternas y que viven en los recuerdos y en las ganas de las ausencias que vuelven en esta estación para hacer recordar que ellas solas florecen como una maldita manifestación de lo que es imposible de olvidar, junto a ese grito de amor lleno de luna que nos despertará y abrigará por las noches.Las flores del otoño nacen en el resguardo de una casa que llora a través de sus cristales, esas lágrimas que caen como un lamento que brotan en esta estación. El otoño se transforma en la inevitable cosecha de dos corazones mojados, que tiritan por el frío que provoca la ausencia entre los dos. Las flores de otoños son aquellas inútiles búsquedas de aquellos ojos que se fueron con el viento y que suelen regresar en algún perdido eco que se forman al pisar todas esas hojas, que a veces las personas miran indiferentes. Sus frágiles pétalos se abren a la luz de la luna y formarán una oscura tristeza que esconderá a todo amante que sueña con volver a sentir sus cálidas manos. Pero el otoño es así, en él sólo encontraremos todas aquellas cosas que ya no existen para que las podamos recordar, porque estas flores no tienen color y no pueden oler a nada. El color de sus petalos quedaron grabados para siempre en sus ojos y su perfume con el tiempo se transformó en la madera donde quedó guardado para siempre su pañuelo. En el paisaje otoñal también florecen todos aquellos perdones que no se dijeron en otras estaciones y todos aquellos adioses que esperarán por siempre sentados en fríos andenes o huérfanos besos que nacieron a orillas de un río y que almas solitarias buscan inútilmente al caminar sobre sus piedras. Así son las flores de otoño, podemos encontrarlas de una gran variedad de formas y tamaños que van desde el recuerdo hasta el olvido, pasando por esas manos que nunca podremos olvidar. Las flores del otoño guardan nuestros secretos, esos que no podemos confesar y que en esta época se liberan luego de estar presas de un dolor. Eternos capullos que nacerán en el silencio de aquellos que detenían su andar al borde de su cama y que su pecho brindaba todo el temblor y la pasión de una eterna primavera que ahora sólo vivirá en el espejismo de aquella botella que sin querer derramaremos en una larga noche. Este es el otoño que florece con todo su esplendor y los pintores se buscan refigiarse em sus grises y amarillos de sus paisajes, donde los poetas escribirán en sus marchitas hojas, que después besarán aquellos escritos para lanzarlas al viento, y rezarán para que estos puedan llegar hasta ese sendero donde ella se encuentra.El otoño, es ese misterio que se empeña con nostalgia que nunca morirá y que el gris de su cielo por siempre nos hará recordará, quizás como una maldición o como un encanto que siempre guardará la tarde otoñal.Las flores de otoño serán un callado despertar; sin pájaros que canten, pero con esa suave llovizna que nos invitará a soñar. PorRaúl Saucedo [email protected]
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