“El enorme predio donde se realizó la convocatoria contaba con seis portones, de los cuales solo uno estuvo abierto. Al terminar el recital tuvimos que salir por el mismo portón por el cual habíamos entrado. Desembocaba en una esquina, a un cruce de calles oscuro y sin ningún tipo de señalización. Se produjo un efecto embudo y sobrevino el desastre”, explicó el periodista Javier Pelozo a este Diario. “Junto a un colega estábamos en el medio de las dos últimas torres de iluminación, a unos 300 metros del escenario. Igualmente, cuando faltaba poco para terminar el show, escuchamos cómo las personas comenzaban a ponerse nerviosas e intentaban salir. El temor era ser aplastados por quienes estaban adelante e iban a presionar al intentar salir. Cuando logramos salir del predio, por ese único portón habilitado, notamos que la presión de la gente que empujaba desde atrás era tan fuerte, que muchos de los que iban ganando la calle trepaban a los techos de las casas que daban al frente, e incluso ingresaban en los jardines de las viviendas y pedían ayuda a los vecinos”. “Estaba todo colapsado y, por si fuera poco, el terreno era inestable. Había mucho barro y la gente caía y era pisada por los que venían detrás. Los que lograban salir sufrían de asfixia y desesperación por no saber hacia dónde dirigirse”, expresó el trabajador de prensa. Luego agregó que “nadie nos pidió entrada, pese a que la llevábamos en mano y comprada en Posadas a través de empresas privadas. Tampoco hubo requisa o cacheo, eran más de 300 mil personas, no daban abasto. Por si fuera poco, en esos momentos de tensión a la salida no vimos a nadie de seguridad o defensa civil local, mucho menos de la Policía. Las demoras en el tránsito fueron terribles, los micros partieron a las 9 (de ayer), pese a que el recital culminó a la medianoche”, puntualizó.
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