En toda convivencia hay momentos apacibles y momentos conflictivos, es mi deseo que las generaciones que nos siguen aprendan a reflexionar sobre sus conflictos de manera tal que la razón y la emoción les permitan compartir tanto el problema como su posible solución.Cuando las personas llegan para que uno los ayude con su conflicto vienen totalmente convencidas que es el otro quien tiene que cambiar, vienen a pedir apoyo para que el otro modifique su conducta. Escuchamos a profes y directivos opinando respecto a las faltas de disciplina y acompañamiento familiar: “_ la familia debe acompañar mas”, y tienen razón. Escuchamos a los padres preocupados por los casos de abuso, acoso y maltrato; otros que piden una escuela como “antes” que no los requiera tanto pues deban trabajar, y tienen razón. Escuchamos a los chicos decir que están en contra de la violencia y que los profes no los escuchan, y por eso tienen que actuar ello mismos para defenderse, y tienen razón.Todos tienen razón, al menos una partecita, el tema es ir más allá de quien tiene la razón y encontrar una manera que nos permita un mejor modo de convivencia. Los conflictos no son lineales, cuando entendemos las cosas en forma lineal, esto es, como causa y efecto, nos perdemos una gran parte. De esta manera arribaremos a soluciones parciales que no se sostienen a largo plazo. Probablemente el conflicto recurra y nuevamente deberemos disponer de nuestro, tiempo, dinero y energía emocional para resolverlo.Para que todos puedan aportar su punto de vista y enriquecer al otro desde estas diferencias, hace falta un espacio articulador que permita el diálogo constructivo, para salir de ese círculo insano de la acusación y echar la culpa al otro.Es hora de asumir el desafío y animarnos al diálogo, es hora de repensar los regímenes de convivencia y sanciones.Pensemos un sistema que prevea sanciones eficaces desde el punto de vista educativo, a partir de la reflexión, que persiga disminuir la reincidencia de las transgresiones y exteriorización de estas.Es necesario promover alternativas no violentas, inclusivas y participativas para la construcción del sistema de convivencia, sólo de esta manera consolidaremos una cultura de paz en las diferentes instancias del sector educativo.No existen recetas milagrosas ni soluciones mágicas para los conflictos, pero sí está en nuestras manos adquirir herramientas para aprender a manejarlos y encauzarlos de manera tal de aprovechar su gran caudal transformador y el crecimiento y aprendizaje que conllevan bien manejados.Entiendo que el contexto escolar posee una potencialidad enorme para confiar en el conflicto como un camino para construir la paz, para ser mejores personas.Los centros educativos son un reflejo de nuestra cotidianidad, constituyen espacios para fomentar cambios sociales positivos y fomentar una cultura de tolerancia, respeto a la diversidad y convivencia pacífica, de ahí la importancia de trabajar e impulsar una agenda de construcción de paz positiva y de espacios críticos de interacción y aprendizaje.Quien aprende a resolver un conflicto de manera pro activa, a partir de los valores, sin duda se convertirá mañana en un adulto responsable, este es el paso que necesitamos para lograr una sociedad mejor.ColaboraValeria [email protected] 3764510132
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