¡Hola queridos amigos!Estamos transitando estos días especiales de cuaresma y como campana repicaba a mi alrededor la palabra PERDÓN, en grupos de amigos, en mi hogar, etc., y creo que es tiempo de analizarla: Perdón, palabra de dos sílabas, tan fácil de pronunciar y tan difícil de realizar, ya que esto no consiste en un acto único sino que conlleva todo un trabajo debido a que el perdón es un proceso y como tal lleva su tiempo su realización. Es un ejercicio espiritual que se debe practicar para que ni una esquirla del rencor quede en nuestros corazones y decíamos que es un arduo trabajo, porque cuando creíamos que la ofensa estaba olvidada, ante el menor estimulo surge de vuelta todo nuestro rencor acumulado. Es por esto que se dice que el perdón es liberador, pues al perdonar de verdad, se siente como si un gran peso, ese que fuimos acumulando, nos quitáramos de encima. Ese “peso” es el que con el tiempo se constituye en una enfermedad ya que, como dijimos en entregas anteriores, somos nuestros pensamientos y los sentimientos que estos suscitan, por lo que consideren la necesidad de liberarnos de tamaña consecuencia. Entonces, perdonemos a los demás, perdonémosnos a nosotros mismos, pero perdonar de verdad, no de la boca para afuera; eso sólo puede servir para quedar bien, para cumplir algún requisito impuesto exteriormente, etc., pero no nos limpia, no nos purifica y el alma lo registra como deuda no saldada. ¿Recuerdan cuando hacen unos años, esa parte del Padre Nuestro la rezábamos así?: perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y por supuesto, pedir perdón, ya que la ley causa-efecto o el karma, como llaman los orientales, nos lo hacemos con nuestra propia mente. Es como si después de una mala acción, nuestra propia conciencia elaborara el castigo que luego se cumple.Tenemos que constituirnos en nuestros propios observadores y ver cuál es la parte del organismo que se resiente según sea el sentimiento negativo que alimentamos. No debemos, tampoco, otorgar al ego la satisfacción morbosa de elucubrar la venganza, porque aunque esta no se concrete, ya habremos nutrido nuestra alma con dichos sentimientos, y el daño para quien los elaboró hecho está, y peor aún va a ir formando un hábito el pensar así, por lo que los efectos, al acostumbrarnos a un mal pensar, irán en aumento, para nosotros y el mundo que con ellos creamos a nuestro alrededor.Cuando el rencor está escondido en el subconsciente porque la causa que ocasionó el dolor fue en temprana edad o aún más allá, o porque la persona que lo infligió ya no está en este plano, la única forma de alcanzar a perdonar o ser perdonado, es ir acallando la mente con diarios ejercicios guiados de relajación y silenciamiento, también llamados meditación u oración contemplativa.Con el silenciamiento, irá surgiendo el Ser que está más allá de esas nimiedades y permitirá actuar a la gracia, que perfectamente sabe cómo curar ese dolor que tanto achacó psicológica y físicamente a esa persona; y así podrá al ascender a ese plano, perdonar o ser perdonado por aquel que allí ya no está.Igualmente podrá, ascendiendo a ese plano en oración, encontrarse con este mismo fin con personas que aún están allí, pero que por distintos motivos no pueden acercarse físicamente. Otra forma efectivísima de lograr el perdón, es entregando, derivando el problema a tu Ser superior que es Uno con Dios, a Jesús, a Dios, Jehová o como quieras llamarlo. DetenteDetente…, sólo en el silencio puede brillar la mente,la intuición se agudiza y el corazón aprende.Busca el silencio como la joya más preciada,Allí encontrarás el solaz que buscas,el sosiego a tus desdichas;se acaban las inhibiciones, se rompen las estructuras,se sueltan las cadenas de la ignorancia,se potencian los sentidos,aflora el Ser y el alma encuentra la paz.Sólo el silencio es capaz de hacer lo que la razón no puede.Sólo el silencio nos da el valor para afrontar los vendavales de la vida.Sólo el silencio nos cura las heridas.Sólo en el silencio experimentamos el amor de Dios.En el silencio Él nos ama día a díay sólo quiere que le devolvamos con silencio.Bebe allí las aguas mas dulces,porque tu espíritu sólo en el silencio se alimenta.Ahora, en lo sucesivo para evitarnos todo este trabajo aquí descripto, debemos al recibir la ofensa, OMITIR, ya no más perdonar, es decir pasar por alto las faltas y ofensas de los demás, o sea que no permitimos que surjan en nosotros los bajos sentimientos que después tendremos que trabajarlos.Si tenemos que perdonar, significa que nos hemos ofendido y el Ser, ese que aflora en el silencio, no se ofende.Hasta la próxima queridos lectores.ColaboraGraciela del CarmenZaimakis de AbrahamEscritora
Discussion about this post