La movilización de los docentes nacionales que se replicó en todo el país y exteriorizó la negativa de los gremios a aceptar la eliminación de la paritaria nacional docente y, a través de ella, el recorte de financiamiento a la educación pública en general, como a las provincias en particular, tuvo un alto nivel de apoyo de la sociedad.Las alternativas del conflicto salarial en territorio bonaerense, desatado por la insistencia del Gobierno de ponerle un techo del 18% de incremento a las paritarias del sector reflejan, por su parte, la vigencia de la lucha del sector por un lado, y del otro una concepción política antepone la macroeconomía al futuro de la educación. En un nuevo contexto, resuenan hoy pasados intentos de desestabilización de la educación pública; lanzados paradójicamente desde el propio ámbito público o estatal. El Estado argentino en su más amplia acepción, no limitativa a un funcionariado ocasional, tiene sin embargo en la tradición de la educación pública, en todos sus niveles, una de sus expresiones históricas más entrañables. Por ello, aunque la crisis del sector en el país es un hecho comprobado, y no único en el mundo, dicho sea de paso, también lo es, como lo demostraron las recientes manifestaciones, el consenso social que encuentra la docencia cuando busca mejorar sus condiciones. Para resolver la crisis educativa, empero, es imprescindible partir de una retribución salarial digna que hoy, notoriamente, no se cumple en el país. Así lo advirtió, recientemente, el autor de “La tragedia educativa”, exrector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y miembro de la Academia Nacional de Educación, Guillermo Jaim Etcheverry. Reconocido por su visión crítica del lugar que ocupa la educación en el país, y por su defensa de la educación de calidad por sobre todo;?el destacado científico lanzó una grave advertencia sobre los efectos negativos a futuro del desfinanciamiento educativo y la actual división en el país entre “una educación para ricos y otra para pobres”.
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