En el Prefacio a su importante obra Luz Sobre el Yoga, publicada ya en 16 idiomas, el Maestro Iyengar expresa con mucha claridad que “el Yoga es una ciencia pragmática e intemporal, desarrollada a lo largo de milenios, que trata del bienestar físico, moral, mental y espiritual del hombre en su totalidad”. A propósito nos recuerda que el primer libro en sistematizar esta práctica fue el tratado clásico Yoga Sutras (o aforismos) del sabio Patanjali, que data del 200 a.C., lamentando que ciertos libros sobre yoga publicados desde mediados del siglo XX no se han mostrado dignos tanto del tema como de su primer gran exponente, y hasta podrían resultar superficiales y engañosos. También expresa que habiéndose traducido a varios idiomas obras eruditas sobre textos de sabiduría antigua, sin embargo la práctica de nuestro arte es más difícil de transmitir que un concepto puramente literario o filosófico.Por eso el propósito del autor es describir lo más sencillamente posible las ásanas (posturas) y pranayamas (disciplinas respiratorias) a la nueva luz de nuestra era con sus conocimientos, avances y necesidades, para lo cual este maestro aplica su larga y profunda experiencia desarrollada en diversas partes del mundo. Pero sin olvidar que en la antigüedad las mayores conquistas humanas en materia de conocimiento, arte y poder formaban parte de la religión, tanto en Oriente como en Occidente, “con el debido respeto hacia la emancipación de la voluntad del hombre, en India seguimos valorando la pureza de propósito, la humildad en la disciplina y la carencia de egoísmo, que constituyen nuestro legado histórico”.En las últimas décadas del siglo XX el mundo ha presenciado el notorio florecimiento del yoga, al tiempo que este término se ha vuelto de uso común, dejando de ser un secreto privativo de los sabios y monjes de Oriente.Hoy sus beneficios se han extendido a todos los niveles de la humanidad, desde niños en las escuelas hasta hombres de Estado, artistas, profesionales, empleados, amas de casa y ejecutivos. Pero también debido a esta expansión, nuestro autor se muestra dolido por ver cómo esta gran disciplina, a la que dedicara su vida entera (a menudo alcanzando las diez horas diarias de práctica), suele ser comercializada bajo diversos rótulos carentes de autenticidad.Nos dice Iyengar: “Las posturas ayudan al practicante a sentir la expresión de la textura de la piel; la coordinación en los metabolismos físico, químico y energético; el equilibrio rítmico de los cinco elementos que se hallan en el cuerpo; el uso de la dirección y de la presión gravitacional; la creación de espacio entre las extremidades y los músculos; la elegancia; la línea; la forma; la gracia; la belleza; la potencia; la fuerza; la compacidad de la mente y la inteligencia; la toma de conciencia y el transporte del cuerpo y de la mente al nivel del sí mismo que vibra en cada célula y que es el purusha, el maestro interior cuyos tonos puros podremos oír a partir de la práctica devota y el estudio en profundidad desde las distintas capas de nuestro propio ser”.Finalmente, el autor expresa el propósito de ayudar al practicante a tomar conciencia de la fuente profunda de toda experiencia mediante la vivencia vital, valiosa, enriquecedora y plena de sentido que es el yoga, para reconocerse en toda su plenitud, en la Hora del Ahora. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]
Discussion about this post