Muchas personas disfrutan de una familia maravillosa, mientras que otras desearían haber nacido en otro lugar. Nuestra familia puede ser un refugio o un campo de batalla. Casi todos los recuerdos tristes de una persona provienen de sus vivencias familiares.Algunos hijos se quejan porque sus padres no los atienden, no les prestan atención o, por el contrario, los asfixian con sus cuidados. Algunos padres no saben cómo manejar las situaciones difíciles y recurren a la violencia verbal o, incluso, a la violencia física. La realidad es que toda familia está compuesta por seres humanos, con virtudes y defectos, razón por la cual no existe la “familia perfecta”. Aun así, algunas poseen más toxicidad que otras en su manera de relacionarse. Lo que sucede en el seno familiar nos afecta grandemente, ya desde la temprana infancia. Pues siempre esperamos más de nuestros seres queridos, con quienes convivimos, que de los de afuera. Como en toda relación, comenzamos por idealizar al otro y, cuando nos desilusionamos, decidimos internamente si lo aceptaremos tal cual es o lo rechazaremos. Tal es la dinámica en una pareja, entre padres e hijos y entre hermanos.Ninguna familia es igual a otra, ya que posee una identidad propia. Por eso, puede ayudarnos a relacionarnos mejor saber en qué tipo de familia hemos nacido y cuáles son sus costumbres y su forma de funcionar. Aunque nos cueste creerlo, siempre es posible hacer algo para llevarnos mejor con nuestros familiares.En general, tanto en la familia como en la pareja, uno pretende que el otro cambie. Pero a menudo el cambio tiene que comenzar en uno mismo, para que luego se modifique el entorno. Nunca resulta en vano trabajar en nosotros mismos para superarnos, crecer y avanzar.Nadie puede darte lo que no te das a vos mismo: amor incondicional, respeto, atención, cuidado, confianza, etc.Si soy hijo, no puedo esperar que mi mamá y mi papá me quieran, si no me quiero yo. Si soy padre, no puedo esperar que mis hijos me escuchen, si no me escucho yo.Un buen ejercicio, cuando hay problemas familiares, es comenzar por mirar hacia adentro y con toda sinceridad reconocer qué necesito cambiar, abandonar o implementar. El foco debe estar en uno mismo y no en los demás. “Porque él/ella me dijo, o me hizo, tal o cual cosa” es una actitud típica entre hermanos que pelean en la niñez (¡y también en la adultez!).Otra acción que nos puede ayudar a atravesar tiempos familiares difíciles es dedicarnos a desarrollar nuestro potencial interior. Todos nacemos con capacidades únicas y podemos descubrirlas y soltarlas, ya sea que tengamos el apoyo de los nuestros o no (esa suele ser una excusa para no hacer). Dedicarse a lo que uno ama, aquello para lo cual nació, es una de las mayores fuentes de sanidad. Es posible ser mejores personas, mejores padres, mejores hijos, mejores hermanos. Pero eso no viene solo, necesitamos invertir tiempo y esfuerzo en nosotros mismos. Y en algunos casos, perdonar a esa persona cercana que nos causó dolor y sufrimiento.¡Una familia feliz no es una utopía!* Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected] StamateasLicenciado en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.
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