En una demostración de optimismo a toda prueba, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, anunció en una entrevista periodística “el fin de la recesión”, en tanto que el presidente Macri, dirigiéndose a las centrales sindicales, les adjudicó la incongruencia de “marchar en un momento en que hay creación de empleo”.Ambos diagnósticos, que en el mejor de los casos se justifican proyectando datos aislados, resultan arriesgados, sino francamente irreales, al confrontarlos con el panorama de crisis en las economías regionales y, en particular, en las Pymes; sector que se debate hoy bajo la doble presión de las importaciones de bienes de consumo y el desaliento en el mercado interno.Respecto al empleo, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) observó que las Pymes industriales están siendo abatidas por la ola de importaciones de bienes de consumo, que pasó de crecer un 17% en 2016 a hacerlo a más de 22,5% sólo en enero pasado; importante salto en el marco del cual se cierran fábricas en muchas provincias y -según Came- ya se refleja en 45 mil despidos. La huelga de los docentes bonaerenses, y en otras provincias, la convocatoria de la CGT a una marcha contra los despidos, tras denunciar que en la industria ya se perdieron cinco mil puestos de trabajo este año; junto a otras señales de descontento social en todo el país, definen una realidad crítica para los sectores económicos y, sobre todo, para los asalariados. Misiones, golpeada por las asimetrías comerciales, pese al parcial beneficio del ITC diferenciado y con una protesta creciente de productores y tareferos en las rutas, no escapa e este preocupante cuadro. La mejora estadística de la economía en el cuarto trimestre de 2016, que entusiasmó al ministro Dujovne, o la suba de 138% en la exportación de trigo en 2016; dan cuenta de una mejora sectorial. Confundirla con la realidad del conjunto de la economía; como hace el Gobierno nacional, es apostar a un espejismo con dramáticos antecedentes en el país.
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